RECOGIENDO OSTRAS EN ILE DE RÉ
Ya sabemos que las ostras son un manjar reservado para ocasiones especiales. Lo que yo no sabía era cómo se cosechaban y que comerlas a la orilla del mar, justo después de recogerlas, es el lujo máximo a la hora de degustar esta delicia. Me escapé a Ile de Ré, una isla idílica situada en la costa de Francia, frente a La Rochelle. Se llega perfectamente en coche, pero dado que son ocho horas de viaje, decidí hacer una parada en Biarritz, lo cual completó la ruta de una forma maravillosa.
Estando en la isla me hice amiga de Jean, propietario de una granja ostrícola, quien me permitió acompañarlo a recogerlas, explicándome todo su proceso de cultivo. Esperamos a que bajara la marea y nos adentramos en el agua, donde las ostras crecen en distintas cajas. Recolectamos una buena cantidad y, minutos más tarde, estábamos abriéndolas para degustarlas con una copa de champán, aún con las manos húmedas y el cuerpo algo frío por el agua salada. ¡Pero qué bien sabían!
La isla se recorre en bicicleta y está repleta de pueblecitos de pescadores, cada uno más idílico que el anterior. Realmente merece la pena recorrer las calles empedradas con los pequeños puertos en el centro y dejarse llevar por la elegancia del aire marítimo francés. Otro gran descubrimiento fue el pequeño hotel en el que me alojé en San Martín de Ré, llamado Hotel de Toiras, situado frente al puerto en una antigua casa de armadores del siglo XVII. Por las mañanas, desayunar junto al agua con croissants recién horneados y mermeladas caseras es una delicia. Por las tardes, cenar en alguno de los restaurantes, llenos de locales, es una experiencia inolvidable y única, ya que se percibe que son lugares que disfrutan los propios habitantes de la isla. ¡Una escapada que no puedo dejar de recomendar!