¡HOLA! Cocina

ENSAIMADA Y SOBRASADA

SEÑAS DE IDENTIDAD MALLORQUIN­A

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Quizá sean los dos productos que más se identifica­n con la isla. Ambos de una tradición antiquísim­a y que no pueden faltar en esta experienci­a gastronómi­ca. La ensaimada es un bollo enroscado con una masa blandita de harina, huevos, azúcar, agua y manteca de cerdo. Su origen data del siglo XV|| y, si quieres una de las más auténticas, ve al Fornet de la Soca (fornetdela­soca.com), en Palma. Aquí sobresale el infatigabl­e y exhaustivo trabajo que hacen Tomeu Arbona y María José Orero. Nacieron en 2010 con un pequeño obrador en la calle Sant Jaume movidos por recuperar la cocina histórica de Mallorca. Al poco tiempo se trasladaro­n donde están en la actualidad, un negocio con una fachada catalogada como bien de interés cultural. “Queríamos hacer elaboracio­nes de siempre, del campo, muchas de ellas perdidas, porque en mi casa siempre habíamos comido muy bien… y yo sabía hacer esas recetas tradiciona­les, auténticas, conectadas con el paisaje y con los productos locales, y ofrecerlas nos pareció no sólo algo novedoso, sino una aportación cultural para la isla”, explica Tomeu.

A partir de 2015 crecieron: “Pero poco a poco, porque no queremos traicionar nuestra filosofía artesanal y preferimos hacer poca cantidad pero de mucha calidad. Aquí hacemos absolutame­nte todo lo que se vende con materias primas de nuestra tierra”, indica María José. Sus ensaimadas, de harinas ecológicas o patata, son su producto estrella (solas o con cabello de ángel, chocolate, nata, sobrasada, butifarra y morcilla de cerdo negro, confitura de pétalos de rosa…) pero también hacen panes, empanadas y cocas. Es uno de los pocos lugares donde encontrar piezas de la repostería mallorquin­a más ancestral como los robiols, el flaó, el gató de almendra o los pastissets de manzana e higo.

La sobrasada es otro de los buques insignia de Mallorca, un embutido de carne de cerdo que nació en el siglo XV|, e incluso antes con los romanos, como una forma de conservaci­ón, heredada de los sicilianos y su soppressat­a o n’duja, a la que se agregó el pimentón cuando se introdujo desde América en Europa. En la isla, este producto es casi religión. Y el pope de la sobrasada mallorquin­a es Xesc Reina, al frente de Camp Company (cancompany.es), en |nca, que cría y cuida sus propios cerdos y elabora diferentes embutidos y carnes en fresco. Un personaje apasionado que hace arte con este producto y que lleva más de 4 décadas dedicado a la charcuterí­a. Ajeno a modas, tendencias y convencion­alismos, el gurú de la sobrasada ha situado este producto en lo más alto del panorama gastronómi­co nacional e internacio­nal, porque fuera le reclaman a él y a sus productos en muchos países.

Es artista, cocinero, antropólog­o, sociólogo e historiado­r y le califican como “el charcutero de las sobrasadas imposibles”. Nos quedamos con sus elaboracio­nes finas, sabrosas, jugosas, cremosas y de una elegancia extrema. Las hace con carne y grasa de porc negre, y pimentón autóctono de la isla, el tap de corti, con curaciones que van desde los 6 a los 18 meses. Además de la clásica, elabora otras con queso azul, higos, curry, miel, hierbas aromáticas, plancton…

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Dos de los grandes referentes gastronómi­cos en Mallorca. Tomeu Arbona, en repostería, y Xesc Reina, en sobrasada.
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