LA JUSTA DE BETANZOS
En 1386, un caballero inglés y otro francés protagonizaron una espectacular justa en Betanzos, cerca de La Coruña, donde el duque de Lancaster había desembarcado para intentar conquistar la Corona de Castilla
n sus célebres crónicas, Froissart cuenta que el caballero Regnaut de Roye, que estaba en Valladolid, envió un heraldo a Betanzos para proponer al inglés John Holland, duque de Exeter, «en nombre del amor y de su dama», librar «tres lances de lanzas a caballo, tres de espada, tres de daga y tres de hacha». El duque de Lancaster aprobó la idea y ofreció a Regnaut un salvoconducto. El francés llegó a Betanzos acompañado por caballeros y escuderos y con 60 caballos. La liza se situó en una plaza de Betanzos, donde se montaron gradas para los espectadores. Además del duque y su séquito acudió su aliado el rey de Portugal con varias damas de su corte. Otros espectadores contemplaron el desafío sobre sus caballos. Los dos caballeros llegaron montados en corceles, atrayendo todas las miradas. Froissart explica el desarrollo de la justa:
PRIMER LANCE
Se miraron entre las viseras de sus yelmos y tomaron sus lanzas y espolearon sus caballos para encontrarse a toda velocidad y se alcanzaron de tal manera que Sir Regnaut partió su lanza en cuatro trozos. Messire Jean de Holland alcanzó a Messire Regnaut en la visera con su lanza, pero el golpe no tuvo fuerza. Todos dijeron: «Qué bien y gentilmente se baten».
SEGUNDO LANCE
Se lanzaron el uno contra el otro y chocaron con gran ímpetu sin desfallecer [...]. Se alcanzaron con sus lanzas en las viseras de los yelmos, tanto es así que saltaron chispas desde el yelmo de Messire John Holland; y recibió un golpe muy fuerte, porque la lanza no se dobló por el golpe, sino que se mantuvo recta y rígida. Messire Regnaut fue golpeado por la lanza en la visera, perdió el yelmo y se quedó con la cabeza descubierta [...]. Las damas y doncellas dijeron: «Estos caballeros justan bien». El Rey de Portugal apreció mucho la justa y dijo a Juan Pacheco: «En nuestro país los caballeros nunca combaten así, tan bien y de forma tan hermosa».
TERCER LANCE
Los caballeros llegaron a espuela uno frente a otro, y se alcanzaron con tanta precisión e impetuosidad que con este golpe se rompieron las lanzas y Messire Regnaut volvió a quedar sin yelmo. Ambos se enfrentaron sin vacilar y con franqueza. Todos dijeron lo mismo. Habían combatido bien.
LAS OTRAS ARMAS
Después tomaron las hachas y cada uno se dio tres golpes en los yelmos y así las espadas y luego las dagas.
EL FINAL DE LA JORNADA
Cuando terminaron, nadie resultó herido y la fiesta se acabó y se retiraron a sus aposentos. El duque de Lancaster cenó con los caballeros de Francia. Después de esta cena, que fue larga y hermosa, entraron en la cámara de aparato; y allí se habló y discutió sobre armas y varias cosas más durante mucho tiempo.