Los retos de cada día
Todos los días tenemos que afrontar los problemas y vicisitudes que la vida nos depara. Es fácil para las personas que gozan de cierta posición social, y no están tan pendientes de sus gastos. Sin embargo, todo no son maravillas y hay situaciones en las que llegar a fin de mes es complicado. Es triste que después de trabajar toda una vida te encuentres en un momento en el que con el salario percibido no puedes hacer frente a los pagos. Quizá hemos gastado demasiado, o no hemos sabido ahorrar. Me quedo estupefacta cuando leo entrevistas a gente de una alta posición social y hablan del desconocimiento de su cuenta corriente, e incluso ni siquiera saben lo que cuesta una barra de pan, o un litro de leche. Siempre pensamos que el mundo está muy mal repartido. A veces la suerte juega su papel. Elegir el trabajo adecuado, el jefe correcto, la empresa perfecta… Pero yo no creo en la suerte. La suerte está en nuestras manos. El camino debemos trazarlo nosotros mismos. Saber elegir es difícil, requiere concentración y madurez, cosa de la que en cierto modo carecemos cuando tenemos edad para trabajar o iniciar unos estudios mayores. Con el paso de los años nos damos cuenta de aquello que hicimos mal, de los errores que cometimos. Sin embargo, pienso que siempre se está a tiempo de cambiar. La madurez nos ha mostrado la sabiduría de la vida. Hemos aprendido a equivocarnos, a llorar sin pasar vergüenza, a reír si nos apetece y, sobre todo, y para mí muy importante, hemos aprendido a expresarnos, a no callar ante situaciones complejas y a sobrellevar nuestra mochila, para lo bueno y para lo malo.
Josefina Palos Bernad