La poesía junto al lago Lugano
Villa Marina es un pequeño hotel en Bellano, en el centro del lago de Como. Allí reina la poesía. En su maravilloso jardín, te sientas en su fuente romana y escuchas el lago. Subes a la pérgola y ves la otra orilla entre montañas llenas de árboles. Puedes pasarte días admirándolo. Una mirada te atrapará para siempre, es la poesía. No sólo hay poesía en Bellano, también la hay en Villa d’Este en Cernobbio, unos jardines fantásticos y un jirón de historia en su construcción e interior. Si quieres aires árabes, los tienes en Tremezzo, en su Gran Hotel, puro goce estético. En Menaggio coges la carretera y te vas al lago Lugano, mucho más salvaje, más inhóspito, más olvidado y más misterioso que el de Como. En Lugano, bajo la lluvia, te encuentras entre dos mundos: su pasado vacacional, con apuntes lujosos, y el presente financiero, con centros comerciales modernos, galerías románticas llenas de flores y tiendas, entre las que puedes tomarte un café con lágrimas de esa poética que aún existe. La orilla del lago en Lugano es preciosa, en las calles adyacentes, en la secuencia de tiendas lujosas donde te preguntas si aún siguen comprando relojes, la elegancia está en la moda española y piensas por qué allí todavía no hay turismo. Es un trozo del paraíso y esa fría belleza te cala el corazón. Gotea la lluvia y sientes que hay alguien silencioso ahí, un jubilado, un joven ejecutivo o una uniformada ‘barwoman’ con secretos en su devenir. La poesía está en Lugano, pero es una poesía diferente, como la de los replicantes de ‘Blade Runner’, habían visto nacer una estrella y habían seguido la estela del universo, y se creyeron más que humanos.
José Vicente Domeque Goya