‘Todo por Alemania’
Daniel Reboredo
El viejo eslogan ‘Todo por Alemania’, que le costó una multa de trece mil euros el pasado mes de abril a Björn Höcke, líder de Alternativa para Alemania (AfD) en Turingia, le ha hecho triunfar en las elecciones celebradas el pasado fin de semana en este länder teutón y ha colocado a su partido en segundo lugar en el Estado de Sajonia. El grito de guerra de las Secciones de Asalto de Ernst Röhm y la coyuntura que vive el país (inmigración, atentados, ayuda a Ucrania y situación económica), y más concretamente el este del mismo, están generando un puente de plata para que los extremismos más radicales adquieran peso en el Estado alemán y en el viejo continente europeo. Recordemos que en esta misma onda se encuentra la izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht, escisión de Die Linke (La Izquierda) y que es muy de izquierdas en lo económico y muy de derechas en lo político. Que el 16% de los votantes haya optado por esta opción en Turingia es también muy significativo.
Que la tercera parte del electorado haya optado por dicha fuerza política le concede un estatus nuevo de cara a las elecciones generales del 28 de septiembre de 2025. La AfD no entrará en ningún gobierno, pero su influencia será manifiesta y el resto de partidos se tienen que preguntar por qué es así y qué tienen que cambiar. El impacto negativo en la democracia alemana será una realidad, sobre todo a nivel estatal.
El resultado confirma la dinámica ascendente de la formación de extrema derecha que llegó al Bundestag hace siete años aprovechando el sentimiento de agravio, miedo y rabia de muchos de los habitantes de la antigua República Democrática Alemana. La controversia en torno a la inmigración ha entrado en una espiral venenosa que está derribando consensos asentados, abriendo la puerta de las instituciones a la ultraderecha.
El racismo masivo y violento ya está en Europa. Lo hemos visto en el Reino Unido recientemente y lo vamos a seguir viendo en todo el continente en diferentes episodios cronológicos. Y Alemania nos muestra que ya no es sólo un argumento de la extrema derecha, sino que ha impregnado a la extrema izquierda. Tiempo al tiempo.