Heraldo de Aragón

Campeones en honor al Campana

De las Olimpiadas de París quedarán muchas imágenes, algunos héroes (Álvaro Martín y María Pérez son reincident­es con el oro) y también grandes derrotados

- I Antón Castro

Durante estas Olimpiadas de París-2024 he tenido siempre en la cabeza al maratonian­o Dionisio Carreras, ‘El campana’, de Codo, que quedó noveno hace ahora un siglo también en París y en la maratón. Unos años antes, en Estocolmo-1910, corrió el portugués Francisco Lázaro, al que habían bautizado ‘Zé Povinho’. Se embadurnó de grasa, pensó que así se facilitaba la sudoración, sufrió un colapso en el kilómetro 30, se desplomó y falleció dos días después. He aquí un pequeño diccionari­o personal de emociones.

1. Simone Biles y Rebeca Andrade.

Han sido las grandes gimnastas de París; aunque la norteameri­cana ganó tres oros y una plata, y es indiscutib­le (pura potencia, elasticida­d, levedad y expresivid­ad), la brasileña criada en una favela es un auténtica maravilla de gracia, sutileza y perfección.

2. Armand Duplantis. Como sucedió tiempo atrás con la inolvidabl­e Yelena Isinbayeva, Duplantis, ya campeón también y colega de sus rivales (qué bello es el atletismo también en eso), logró lo más difícil todavía con un salto tan espectacul­ar como medido y plástico. Mondo encarna al yerno ideal. Sin sudar o enojarse, es capaz de estremecer el mundo.

3, Beatrice Chebet. Sin dar un titular, ni alzar la voz, sin ostentació­n alguna, sin ser Sifan Hassan o Faith Kypiegon, se pone a correr, avanza como si fuera invisible, no se amilana ante nada ni por nada, y tritura a sus rivales con suavidad en 5.000 y 10.000.

4. Léon Marchand. En la natación siempre hay varios héroes, también aquí, por ahí andan la eterna Katie Ledecky y Ariane Titmus, pero una de las figuras del agua, es este joven francés: cuatro títulos. No se sabe si es un tritón o el rorcual azul que soñó el poeta José Luis Rodríguez.

5. Sydney y Femke. Todos tenemos algunas debilidade­s. En vallas lo son dos rivales: la misteriosa Sydney Mclaughlin-Levrone y la neerlandes­a Femke Bol, que había ganado un oro en 4 x 400 mixto. En 400 vallas no hubo color: Bol, pura dulzura, lágrimas luego, se traicionó a sí misma; Sydney ganó con comodidad, elegancia y una velocidad endemoniad­a de récord del mundo.

6. Jordán Díaz. Una maravilla inesperada: venció en triple salto por dos centímetro­s a Pichardo. No es Jonathan Richards ni lo será nunca, pero un oro es un oro.

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