El Nobel de la Paz Mohamed Yunus acepta liderar la transición en un Bangladés convulso
El economista se pondrá al frente del nuevo Gobierno tras huir la primera ministra en mitad de las protestas, que han dejado ya más de 400 muertos
MADRID. Bangladés quiere dejar atrás la ola de violentas protestas que soporta desde hace un mes con la ayuda de un Nobel de la Paz. El economista Mohamed Yunus, que recibió el premio en 2006, aceptó ayer la propuesta del movimiento estudiantil impulsor de las manifestaciones para liderar la transición en la nación asiática tras la reciente huida de la primera ministra, Sheij Hasina, al extranjero y la toma del control por los militares.
La idea es que ejerza como asesor principal del Gobierno provisional, cuyos miembros se espera que el propio Yunus, de 84 años, anuncie en breve. «Si los estudiantes pueden sacrificar tanto, si la gente del país puede sacrificar tanto, entonces yo también tengo cierta responsabilidad», dijo tras asumir el encargo en pleno estallido social, con más de 400 muertos en las calles desde principios de julio.
El país asiático, el octavo más poblado del mundo con 171 millones de habitantes, se asoma a una nueva era tras la dimisión de Hasina, de 76 años, que permaneció década y media en el cargo –en enero ganó las elecciones para un tercer mandato– entre acusaciones de usar las instituciones para aferrarse al poder y acabar con la disidencia a base de ejecuciones. India confirmó la presencia de la ya ex primera ministra, que el lunes aterrizó a bordo de un helicóptero en una base militar cerca de Nueva Deli. Medios bangladesíes especulan que su destino final podría estar en Reino Unido, donde tendría intención de pedir asilo político junto a su hermana, ciudadana británica.
Sistema de cuotas
Hasina abandonó Bangladés acorralada por la violencia que sufre el país desde principios de julio, cuando estalló la chispa por la restauración del sistema de cuotas para el empleo público, que reserva el 30% de esas plazas a familias de los combatientes en la guerra de independencia de Pakistán en 1971. Una controvertida fórmula que beneficia a la élite política, a la que pertenece la exmandataria, hija del jeque Mujibur Rahma, uno de los héroes de ese conflicto.
El lunes, los manifestantes irrumpieron en el Parlamento, incendiaron estaciones de televisión, derribaron estatuas del padre de la antigua primera ministra y atacaron setenta propiedades de la clase dirigente, entre ellas un hotel de lujo que pertenece al secretario general de la Liga Awami –hasta ahora el partido gobernante– en el que murieron veinte personas. La jornada de ayer –en la que el presidente, Mohamed Shahabuddin, disolvió el Parlamento y ordenó liberar a decenas de detenidos estos días– transcurrió más tranquila, al menos en la capital, Daca, donde se reanudó el tráfico y reabrieron las tiendas. Hoy se prevé que la potente industria textil vuelva al trabajo.