Los Mossos activan un plan para evitar que el expresidente catalán llegue al Parlamento
BARCELONA. Agosto. Mes de plantillas policiales algo justas y de buena parte de los responsables de los Mossos d’Esquadra fuera de sus puestos disfrutando del descanso estival. Pero los móviles oficiales de la cúpula del cuerpo llevan echando humo desde las playas o las montañas desde que el sábado Carles Puigdemont anunciara en una carta que piensa volver para la investidura de Salvador Illa, que finalmente tendrá lugar este jueves. En la policía catalana –afirman sus responsables– todo está listo para detener al prófugo si finalmente cumple su promesa de regresar a España casi siete años después de su huida a Bruselas. En ningún momento –insisten fuentes de la institución– el cuerpo autonómico se ha planteado no hacer efectiva la orden de captura que todavía pesa contra el expresidente de la Generalitat.
El momento de esa hipotética captura –recalcan responsables judiciales y de los Mossos– puede ser muy delicado, ya que estas mismas fuentes dan por supuesto que la intención de Puigdemont sería llegar hasta el mismísimo Parlament en Barcelona en pleno debate de investidura para aumentar el eco de su regreso y, de paso, incrementar la polémica que supondría un hipotético arresto en el interior de una sede parlamentaria que debiera gozar de inmunidad.
En el Complex Central de Egara, en Sabadell, el cuartel general de la policía catalana, dan por descontado que el expresidente, si puede, no perderá la ocasión de poner en un aprieto a la actual jefatura del cuerpo autonómico, todavía en manos de ERC, incluso presentándose por sorpresa en los controles de acceso al Parlament, vigilados por los Mossos, que, como policía judicial, tendrían que proceder a su arresto, a pesar de que el presidente de la Cámara, Josep Rull (Junts), ha afirmado que dada la inviolabilidad de la sede la policía no puede detener a nadie.
Tratar de evitar a «toda costa» ese «show» en el Parlament y sus alrededores donde se esperan a seguidores postconvergentes –revelan altos responsables de la policía autonómica– es la prioridad máxima que ha fijado de manera informal los responsables de la Consejería de Interior que dirige el republicano y exsocialista Joan Ignasi Elena, que confían (o tienen más bien la esperanza) de poder interceptar al exjefe de Gobierno catalán antes de llegar a Barcelona y, sobre todo, de «manera discreta».
La idea es tratar de que no se repita lo ocurrido en marzo de 2023 cuando la exconsejera Clara Ponsatí fue detenida ante los medios tras dar una rueda de prensa en el Colegio de Periodistas de Barcelona. Un espectáculo que acabó con su puesta en libertad solo horas después.
La Policía Nacional, desplegada en las fronteras con Francia pero sin controles permanentes en la mayoría de la veintena de carreteras que conectan Cataluña con el país vecino, por su parte, no ha recibido ningún tipo de instrucción particular, según fuentes del cuerpo, pero en el CNP –como los Mossos o la Guardia Civil– tienen en sus oficinas las instrucciones que recuerdan que el juez del ‘procés’ del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, mantiene activa la orden de búsqueda y captura nacional contra Puigdemont y los exconsejeros Antoni Comín y Lluís Puig, después de que el pasado 1 de julio la Sala Segunda del alto tribunal declarara no amnistiado el delito de malversación de caudales públicos durante la intentona secesionista de 2017.
«Cuestión de minutos»
En el Tribunal Supremo todo está listo para responder en «cuestión de minutos» a «cualquier contingencia». Todo se activará –explican fuentes cercanas a este dispositivo– en cuanto las fuerzas de seguridad comuniquen la hipotética captura del huido. La comunicación con la policía catalana es «totalmente fluida», explican.
Los Mossos, sabedores de lo delicadísimo de la situación y de que es muy probable que agentes de este cuerpo sean los que acaben topándose en primer lugar con Puigdemont, tienen ya establecido una suerte de protocolo para la posible vuelta del expresidente catalán huido en Bélgica.