La sequía extrema y el aumento de las temperaturas provocan la muerte del pinar en la provincia de Teruel
La extrema sequía que sufre la provincia de Teruel, y en particular las comarcas más orientales, unida a las altas temperaturas, provocan la muerte de pinos y de otras especies arbóreas dentro de un proceso denominado «decaimiento forestal». El fenómeno, que es objeto de seguimiento por el Departamento de Medio Ambiente, se ha agravado este año al ser el tercero consecutivo de sequía, salvo en la Sierra de Albarracín, donde gracias a unas lluvias más generosas la situación del bosque es mejor.
Una de las últimas zonas donde se ha detectado la muerte del pinar por la falta de agua es en el Rebollar, un paraje situado a las puertas de Cantavieja –una localidad que desde el pasado miércoles se abastece de agua de boca con los camiones cisterna de los bomberos–. El alcalde, Ricardo Altabás, señalaba en una reciente carta abierta su «pena y preocupación» por el rápido deterioro del cercano bosque.
La muerte de los pinos silvestres, la principal especie afectada por el decaimiento, se debe, según el ingeniero forestal del Servicio Provincial de Medio Ambiente de la DGA en Teruel Felipe Rosado, a distintas causas, pero «el factor desencadenante es la sequía». Actualmente trabaja en un estudio de las superficies afectadas, las especies dañadas y la evolución del problema.
Apunta que este se ha detectado principalmente en la «fachada
este» de la provincia, con afección en las comarcas de GúdarJavalambre y Maestrazgo, pero también en otros puntos de las Cuencas Mineras, Andorra-Sierra de Arcos y el Jiloca, como Gargallo, Estercuel, Torre de las Arcas, Fonfría, Villahermosa del Campo, Lanzuela o Allueva.
Este experto señala que la escasez de agua en el suelo se suma a un incremento de las temperaturas –más patente en las mínimas– que aumenta la transpiración de
los árboles. Esta situación genera un «doble estrés» hídrico que provoca la muerte de los pinos y la defoliación de otras especies, como las carrascas.
Rosado explica que la muerte de los pinos por la sequía y el calor puede comportar su sustitución por otras especies más adaptadas a la falta de agua y a las altas temperaturas. En algunos casos, la debilidad de los árboles favorece el ataque de plagas, como los insectos perforadores, algo
que ocurre en Palomar de Arroyos. En otros lugares, los daños de la sequía se agravan debido a la proliferación del muérdago, un planta parásita de los pinos que los debilita y acaba por secarlos.
Entre las circunstancias que agravan los efectos de la sequía y aceleran la muerte de los pinos, figuran la escasa potencia del suelo fértil, la orientación hacia el sur o sudeste –con más insolación- o la excesiva densidad del pinar.