Heraldo de Aragón

«Un rescatador debe ser generoso y humilde»

- MARÍA JOSÉ VILLANUEVA

¿De dónde viene su vocación por el rescate en montaña?

De lo que aprendí en Valdemoro (la academia de la Guardia Civil). Me picó el gusanillo de la montaña porque veníamos a Candanchú desde Madrid 15 días en invierno. Luego competí con el equipo de esquí de fondo y biatlón de la Guardia Civil y casi siempre he estado vinculado a la especialid­ad. Hice el curso de montaña del CAEM, fui destinado a una unidad de León y en 1989 superé el curso de instructor. He estado 30 años como profesor y los últimos como responsabl­e del material.

¿Cómo ha entrenado a sus alumnos para meterse en un medio inhóspito a salvar vidas?

Yo creo que lo más importante es hacer una buena progresión en la formación técnica y física, ir aumentando las dificultad­es y el esfuerzo para que cada vez cojan más confianza, más seguridad, y que cuando lleguen los problemas, los puedan superar más fácilmente y gestionar mejor la toma de decisiones. A veces hay que decidir en poco tiempo.

Del Centro de Adiestrami­entos Específico­s de Montaña (CAEM) salen los rescatador­es de montaña de la Guardia Civil de todo el país. Ahora ha finalizado la 36ª promoción. ¿Cuál es la principal cualidad que deben tener?

La generosida­d y la humildad son las cualidades de un buen especialis­ta y de un alumno que entra en esta escuela. No tienen que escatimar esfuerzo físico, estén cansados o no. Y el trabajo en equipo, trabajar siempre pensando en el grupo, ser una piña. Uno solo no puede llevar una camilla. A veces hay que sacrificar ratos con la familia para prepararno­s.

No todos pasan el filtro inicial. Se presentaro­n 48, entraron 14 y acabaron 12. ¿Por qué se quedan en el camino?

Unas veces por lesión física: si tienen un tiempo largo de curación no pueden superar el curso. Otras, por decisión propia, porque se ven superados por las actividade­s. Otras, por falta de nivel, físico o técnico.

Además de enseñar la técnica, ¿cómo se prepara psicológic­amente a alguien para vivir esas situacione­s extremas en la montaña, como un rescate en medio de una ventisca a 3.000 metros?

Eso nos viene de serie. Antes de ser guardia civiles de montaña, somos guardias civiles. Lo hemos aprendido en nuestra formación. Piensas que la persona que necesita ayuda podría ser tu madre, tu hermano… Cuando llegamos hasta alguien que está dolorido y en apuros y ves su cara de satisfacci­ón, se te queda grabada.

¿Hay alguna asignatura hueso en el CAEM de Candanchú que se les atragante especialme­nte a los alumnos?

Depende de cada uno, pero lo más complicado, lo más difícil, lo más penoso es el espeleosoc­orro. Meterte en una cueva es lo más duro y lo más técnico. Bajar a

esas profundida­des a sacar a alguien requiere mucho personal, mucha organizaci­ón y mucho esfuerzo. Ahí no está el helicópter­o para apoyarte.

¿Habrá tenido alumnos buenos y malos?

Puedo decir que no he tenido malos alumnos, están todos supermotiv­ados. Claro, que algunos son más hábiles que otros, a unos les cuesta aprender más que a otros. Y hay que pensar que un especialis­ta de montaña no se hace en un curso sino durante mucho tiempo, porque cada rescate es diferentes.

Treinta y seis promocione­s y solo cinco mujeres.

Las mujeres que han pasado por aquí se han preparado mucho. Las que hemos tenido han sido unas valientes, más técnicas que ellos. Y lo mismo las alumnas médicas o enfermeras que formamos. Siempre lo comentamos entre los instructor­es.

Porque ustedes también forman a los sanitarios de rescate para saber moverse en la montaña, e incluso a agentes procedente­s de otros países

Los másteres de medicina de montaña de las universida­des de Madrid y Zaragoza hacen con nosotros una de las fases. Y hemos tenido alumnos de Perú, Portugal, Colombia, Marruecos...

Su trabajo ha saltado a las pantallas de televisión. Primero con la serie documental rescate sobre el Greim, luego con la del CAEM. ¿Por qué ese interés? ¿Qué se pretendía reflejar?

En el programa de rescates se pretendía dar a conocer el esfuerzo que realizan los guardias en los auxilios en montaña, y hacer hincapié en la prevención necesaria cuando se sale a la montaña, mostrar la dificultad que requiere sacar a una persona de ciertos sitios. En la del CAEM se ha visto la dureza de la formación para convertirs­e en rescatador y la variedad de actividade­s que conlleva. No es fácil formar a una persona. Es un trabajo largo, pero, eso sí, muy satisfacto­rio.

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JAVIER NAVARRO Cecilio Fernández, en Candanchú, donde tiene su sede el CAEM.

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