El tiempo, filosofía y ciencia
Dice Javier Gomá en ‘Universal concreto’ que la mejor parte de la filosofía no es otra cosa que literatura. Prueba de ello es que a Bergson, Russell o Sartre se les concedió el Premio Nobel de Literatura. Para Volker Spierling, en la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX y del XX se impone el fin de la metafísica como saber fundamental. La primacía de la ciencia y el predominio de la técnica han minimizado el significado de la filosofía. El primer libro de filosofía que leí fue ‘Historia de la idea del tiempo’ de Henri Bergson, creí en su momento que en este libro estaba todo y desde entonces estoy obsesionado con el tiempo. ‘Ser y tiempo’ de Heidegger me parece fascinante, su aportación fundamental ha sido la temporalidad del ‘Dasein’ y su angustia ante la Nada, por ello fue precursor del existencialismo. Pero ha sido al leer sobre la Teoría de la Relatividad General de Einstein, publicada en 1915, cuando he visto una nueva concepción del tiempo. Para Einstein el tiempo transcurre más lentamente cerca de un cuerpo de masa como la de la Tierra, ello se debe a que hay una relación entre la energía de la luz y su frecuencia (número de ondas de luz por segundo), cuando la luz viaja hacia arriba en el campo gravitatorio terrestre pierde energía y por tanto su frecuencia disminuye. En la teoría de la relatividad no existe un tiempo absoluto único, sino que cada individuo posee su propia medida del tiempo, medida que desprende de dónde está y de cómo su mueve. En relatividad general no tiene sentido hablar del espacio y del tiempo fuera de los límites del universo.
José Vicente Domeque Goya