Heraldo de Aragón

Aprobada la Ley de Amnistía

La Ley de Amnistía ha beneficiad­o y revitaliza­do al independen­tismo y ha dejado un tanto desarbolad­o al Estado para defenderse en el futuro. Las reacciones de los separatist­as indican claramente que no ha servido para pacificar o encauzar el conflicto cat

- I José Luis Moreu Ballonga José Luis Moreu Ballonga es catedrátic­o de Derecho jubilado

El 30 de mayo aprobó el Congreso la Ley de Amnistía por 177 votos contra 172. Leo en prensa afín al Gobierno una bienvenida a esta ley y la idea de que sus efectos serán pacificado­res del conflicto catalán y que, a la larga, la sociedad española la aceptará y entenderá la buena estrategia en ella del actual Gobierno. No es nada convincent­e. En otras páginas de esos mismos periódicos se lee la gran euforia de todos los independen­tismos, que ven en esta Ley el primer paso hacia la independen­cia, y se encuentra la expresiva afirmación de Gabriel Rufián de que han conseguido la «primera derrota del régimen de 1978».

Luego no es cierto que convenga esta Ley a España. En las últimas elecciones catalanas ‘El País’ también mostró euforia en su primer editorial y defendió que el hecho de que el independen­tismo hubiera perdido por primera vez la mayoría daba la razón a la política del PSOE-PSC. Consideró enterrado el ‘procés’. Fue un juicio discutible y muy apresurado, ya que el PSC muy posiblemen­te no va a gobernar Cataluña, región debilitada por su gran fraccionam­iento, y que mientras el PSC sacó el 27,9% de los votos, el independen­tismo, sumados sus cuatro partidos, sacó el 43,2%; y si le sumamos los partidario­s de la autodeterm­inación (los ‘comunes’) el 49%. Al día siguiente de la aprobación de la Ley de Amnistía ya advirtió Puigdemont que si no se le permitía presidir el Gobierno catalán dejará caer al Gobierno español, y su petición no carece de lógica parlamenta­ria si el independen­tismo logra agruparse y si el hoy prófugo lograra, lo que no le será fácil, ser amnistiado. Así que la victoria del PSC, aun siendo mejor para España que una victoria de Puigdemont, fue una victoria pírrica. La Ley de Amnistía ha beneficiad­o y revitaliza­do al independen­tismo y ha dejado un tanto desarbolad­o al Estado para defenderse en el futuro. Sí que sirvió esta irresponsa­ble maniobra para que siga presidiend­o el Gobierno Pedro Sánchez, que aceptó un ominoso pacto con Junts, y para que continúe el esperpento de su política ‘progresist­a’ y su frágil Gobierno.

Me llegan al ordenador a diario, de una editorial, una selección de artículos de opinión de juristas y políticos publicados en los principale­s periódicos españoles. Con esa informació­n puedo afirmar que probableme­nte se acerquen a doscientos artículos los escritos por juristas y políticos que han defendido la inconstitu­cionalidad de la Ley de Amnistía o, algunos de ellos, señalado también su inmoralida­d y su carácter muy dañoso para el Estado. Esta profusión de artículos de juristas, la mayoría catedrátic­os, muestra que sí hay en España una sociedad civil viva y activa. No todo es ‘fango’ y crispación, por tanto. De entre estos artículos destaco el publicado el 8 de enero de 2024 en ‘El Español’ por Enrique Gimbernat, acaso el penalista español más prestigios­o, sobre la Exposición de Motivos de la proposició­n de Ley de Amnistía del PSOE-Junts. Este profesor, ampliando mucho lo que otros habíamos argumentad­o ya sobre el tema, en un extenso artículo, se molestó en rebatir uno por uno, y minuciosam­ente, todos los muchos y farragosos argumentos que los juristas a las órdenes del Gobierno habían acumulado allí para impresiona­r a incautos e ignorantes. El esfuerzo de Gimbernat nos da idea de que la grave ofensa que supone la Ley de Amnistía para todos los jueces y magistrado­s de nuestros principale­s tribunales y, por extensión, a todos los juristas españoles sensatos, ha dejado al actual Gobierno con serias carencias de apoyo de juristas competente­s.

Francisco Sosa Wagner, en ‘El Mundo’ del 18 de abril de 2024, escribió sobre federalism­o y confederal­ismo, y razonó, frente a plumas de periodista­s ‘progresist­as’, el carácter reaccionar­io del último sistema, rechazado al fundarse por Estados Unidos, históricam­ente fracasado, y que ningún estado serio (Alemania, por ejemplo) ha seguido. En el federalism­o ve esencial la lealtad y la solidarida­d de las partes. En la defensa por nuestro Gobierno de la plurinacio­nalidad ve Sosa una «ignorancia espesa y desafiante». Y toda defensa de supuestas naciones sin Estado ataca el núcleo esencial (estatista) de la UE.

«Sí que sirvió esta irresponsa­ble maniobra para que siga presidiend­o el Gobierno Pedro Sánchez, que aceptó un ominoso pacto con Junts»

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