Heraldo de Aragón

Entre las europeas y las generales

- I Víctor Orcástegui

Decía el lunes Borja Sémper, portavoz del PP, que la victoria de su partido en las elecciones europeas ha sido «inapelable, clara y aplastante». ¿Aplastante? ¿Está seguro? Cierto, que el PP le ha sacado al PSOE cuatro puntos porcentual­es de ventaja, cuando en las generales del 23 de julio la diferencia no llegó a punto y medio. Pero una victoria aplastante fue, por ejemplo, la de Mariano Rajoy en 2011, 44,6% de los votos frente al 28,7% del PSOE. Eso sí es aplastar. Estamos en otros tiempos, desde luego, pasó la época de las mayorías absolutas. Sin embargo, el problema para el PP es que los resultados del domingo, trasladado­s matemática­mente a unas elecciones generales, no auguran que Alberto Núñez Feijóo fuera a tener una clara mayoría para formar gobierno. Ni siquiera con Vox. Y menos todavía un gobierno estable. Para ser investido presidente Feijóo necesitarí­a además el permiso de ¡Alvise Pérez!, que nadie sabe lo que haría o no haría con los cinco diputados que podría conseguir, o el del PNV, que no lo vendería barato. O el de Puigdemont, que sería un desatino... ¿verdad? Ya sabemos que las europeas no ofrecen un buen anticipo de lo que serían unas elecciones generales. Para empezar, votaría mucha más gente: el domingo acudió a las urnas menos del 50% del censo, mientras que el 23 de julio fue el 66,5%. Y además, los criterios del elector para el Congreso y el Senado pueden ser muy distintos que para el Parlamento Europeo.

«Hay que reconocer que en el tapete verde de la política española, Sánchez juega sus bazas mucho mejor que Feijóo, incluso cuando tiene malas cartas»

Y también la campaña será mucho más intensa. En todo caso, si queremos leer los comicios del domingo como una especie de referéndum ‘sanchismo sí’, ‘sanchismo no’, me temo que, guste más o guste menos, el resultado ha sido más un empate que una derrota contundent­e del sanchismo. Hay que reconocer que en el tapete verde de la política española, Sánchez juega sus bazas mucho mejor que Feijóo, incluso cuando tiene malas cartas. A pesar de lo que ha llovido, Sánchez resiste y Feijóo no aplasta.

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