Sánchez sella el reconocimiento de Palestina con palabras de amistad para calmar a Israel
El presidente, que deslegitima a Hamás, da el paso histórico de propugnar un nuevo Estado con la frontera de 1967 y capital en Jerusalén Este
MADRID. La diplomacia española dio ayer un paso histórico con el reconocimiento de Palestina como Estado por parte del Consejo de Ministros que encabeza Pedro Sánchez. Una decisión con la que España se suma a la lista de 140 países en todo el mundo que ya lo hacen, tras casi siete décadas de conflicto en la región. Como en las ocasiones solemnes, el presidente del Gobierno compareció a las ocho y media de la mañana en las escalinatas de acceso al palacio de la Moncloa, en un simbólico gesto institucional con el que buscaba dotar de vuelo a una decisión que sigue la línea del acuerdo unánime adoptado en 2014 por el Congreso en favor de la llamada solución de los dos Estados –el israelí ya conformado y el nuevo árabe por configurar– como «vía para tratar de alcanzar una paz duradera».
La decisión, sin embargo, se produce con la guerra actual desangrando Gaza y no cuenta con el consenso del PP, principal partido de la oposición, ni tampoco con el respaldo de Estados Unidos o de las dos grandes potencias de la Unión Europea, Alemania y Francia. Aunque España no está del todo sola –da el paso junto a Noruega e Irlanda y Eslovenia lo hará mañana– como ya había anunciado el propio Sánchez en el Congreso.
Lo que el presidente reconoció ayer, a falta de un acuerdo entre las partes implicadas que hoy se antoja imposible, son las fronteras que estableció el Consejo de Seguridad de la ONU hasta 1967: Gaza y Cisjordania unidas por un corredor –de soberanía israelí pero gestión palestina– y con capital en Jerusalén Este. Desde aquella fecha, Israel ha ido ocupando poco a poco espacios cada vez más grandes de sus vecinos después de la llamada Guerra de los Seis Días.
Sánchez defiende que esta condición convertiría a Palestina en un Estado con la exigencia
de que sea «viable», una doctrina que puesta en práctica, a su juicio, permitirá acabar con las trágicas rencillas entre israelíes y palestinos. Estos últimos quedarían «unificados bajo el Gobierno legítimo de la
MADRID. Más allá de su innegable simbolismo, el reconocimiento por España de Palestina abre un abanico de incógnitas, muchas de las cuales no tienen todavía fácil respuesta. Estas son algunos de los interrogantes ante este movimiento histórico.
¿Qué aclara la declaración de Sánchez?
El presidente apuesta por un Estado palestino que conviva con el de Israel, con dos territorios –Gaza y Cisjordania– unidos por un corredor. El nuevo
Autoridad Nacional Palestina». Una detalle que no es baladí, ya que de este modo la diplomacia española efectúa una clara distinción entre la organización administrativa que lidera el presidente Mahmud Abás frente al Estado que apoya España tendría su capital en Jerusalén Este y sus fronteras, de acuerdo a la ‘línea verde’ trazada antes de 1967. El Gobierno solo admite como legítimos representantes de su pueblo a la Autoridad Palestina –el Ejecutivo de Fatah, que controla Cisjordania– y en ningún caso a Hamás, con su cuartel en Gaza.
¿Cuáles van a ser las consecuencias en las relaciones con Palestina?
Por el momento, muy pocas
grupo terrorista Hamás, al que no dota de ninguna legitimidad.
«Pueblo amigo de España»
El presidente reforzó su mensaje alegando que esta decisión «no es contra nadie», tampoco (o casi ninguna) y las que se conocen por ahora son negativas para la población palestina. El Ejecutivo de Pedro Sánchez, en principio, no tiene intención de abrir como tal una embajada en Ramala (Cisjordania). Exteriores había planeado que fuera el cónsul general en Jerusalén, el diplomático Alfonso Lucini, quien representar a España ante el nuevo Estado. Sin embargo, el Gobierno de Tel Aviv, como una de las primeras medidas de represalia contra la decisión de España de
contra Israel, al que calificó como «pueblo amigo de España», y aseveró una vez más que el «único objetivo» es buscar la paz en la región. «Esta decisión muestra su rechazo absoluto a Hamás, que no cree en la solu
Las muchas preguntas y aún contadas respuestas que suscita el movimiento diplomático español
reconocer el Estado Palestino, ha prohibido que el Consulado dé servicio a los palestinos.
¿Hasta dónde llegará la respuesta del Gobierno de Benjamín Netanyahu?
El Ejecutivo de Tel Aviv ha identificado el gesto español, con suma dureza, como un «premio» al terrorismo de Hamás. La misma mañana del anuncio del reconocimiento, hace una semana, Tel Aviv retiró a su embajadora. Desde entonces, el canciller hebreo, Israel Katz, ha ver
tido amenazas e insultos contra el Ejecutivo de Sánchez.
¿Por qué ha tomado Sánchez esta decisión en plena guerra en Gaza? El Gobierno espera que el reconocimiento conjunto de España, Irlanda, Noruega y Eslovenia mañana tenga un efecto dominó en la UE y anime a otros países europeos (como Malta, Bélgica o Portugal) a dar el paso. Hasta este martes, solo ocho de los 27 socios reconocían al Estado palestino: Chipre, Hungría, Polonia, Bulgaria, República Checa, Rumanía, Suecia y Eslovaquia.
¿En qué se basa el presidente para decir que el reconocimiento es un deseo mayoritario de los españoles? España nunca ha votado sobre la medida y el Gobierno ni siquiera ha consultado el parecer del Congreso para su decisión. Los únicos datos sobre el sentir de la ciudadanía son demoscópicos. Según el Barómetro del Real Instituto Elcano, el 78% de los encuestados se declara a favor de la iniciativa.
¿Tiene el jefe del Gobierno la potestad para reconocer la existencia del Estado palestino sin el visto bueno del Congreso de los Diputados?
Sí. El artículo 97 de la Constitución fija que el «Gobierno dirige la política interior y exterior, la Administración civil y militar y la defensa del Estado» ción de los dos estados. España condenó desde el primer momento los atentados del 7 de octubre», insistió Sánchez.
Sin embargo, el reconocimiento de Palestina por parte de España ha provocado una airada reacción por parte del gabinete que dirige el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu. Esta se inició hace una semana con la retirada de su embajadora en Madrid, Rodica RadianGordon. También prohibiendo al Consulado en Jerusalén que preste sus servicios a la ciudadanía palestina, una medida diplomática esta última no menor si se tiene en cuenta que España no tiene previsto inaugurar embajada en Ramala (Cisjordania) y que su intención es seguir operando con sus oficinas en Jerusalén. En el Ministerio de Asuntos Exteriores templan con que habrá «una respuesta serena y firme» a lo que consideran «provocaciones» del Estado hebreo para «desviar la atención».
Visita de delegaciones árabes
Pese a la reapertura del conflicto diplomático con el Estado hebreo, que permanecía latente, Sánchez ha precipitado el movimiento persuadido de que es comprendido por la mayor parte de la ciudadanía española. Moncloa se siente aún más respaldada tras desatarse la última y brutal oleada de violencia en la región, con varios bombardeos a campamentos de refugiados en Rafah de los que el propio Netanyahu ha reconocido que fueron «un trágico error». Si la decisión no ha llegado antes se debe al resultado discreto que ha tenido el intento de dotarse del colchón de un amplio apoyo europeo. Este miércoles, Albares recibirá junto al presidente a sus homólogos de Qatar, Turquía, Arabia Saudí y Jordania, además de al primer ministro palestino, Mohamed Mustafá, ante los que defenderán la necesidad de reconocer a Israel aquellos que aún no lo hayan hecho, según indicaron fuentes gubernamentales.
En el panorama doméstico, el socio minoritario del Gobierno, Sumar, celebró ayer la decisión anunciada por Sánchez. Sin embargo, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, alegó en una entrevista en TVE que el reconocimiento de Palestina «no es suficiente». A su juicio, y con la situación actual, «hay que llamar a consultas a la embajadora española en Tel Aviv, sumarnos a la demanda de Sudáfrica y poner un embargo a la venta de armas a Israel». El ala socialista de la coalición achaca los cuestionamientos de sus aliados al intento de la líder de Sumar de diferenciarse, por un lado, del PSOE, y, por otro, de Podemos ante el 9-J.