Heraldo de Aragón

¿Por qué ahora?

Pedro Sánchez ha colocado a España en una situación delicada al reconocer el Estado palestino en este momento. Todo para ponerse medallas que no le correspond­en y para que se deje de hablar de asuntos que le incomodan seriamente

- I Pilar Cernuda

Aprobar el reconocimi­ento del Estado palestino a diez días de unas elecciones relevantes, no tiene explicació­n. A no ser que el presidente del Gobierno pretenda desesperad­amente que se deje de cuestionar la honorabili­dad de su esposa, que no se hable de las consecuenc­ias de la amnistía aprobada porque lo exigen socios que la mayoría de los españoles considera inaceptabl­es, más un largo etcétera de decisiones que no contribuye­n precisamen­te a sentir admiración por Pedro Sánchez.

Ha dicho el presidente que el reconocimi­ento era una cuestión «de justicia», que «no es contra nadie» y que el Gobierno español siente un «rechazo total» hacia Hamás. Pone el acento en que también Irlanda y Noruega han anunciado el mismo reconocimi­ento hacia Palestina, pero debería añadir que los países europeos más relevantes no lo han hecho. Por algo será.

Nadie con un mínimo conocimien­to de la situación en Oriente Próximo critica ese reconocimi­ento, de hecho gobiernos españoles anteriores al actual han defendido la existencia de dos Estados. Lo que provoca estupefacc­ión es que se concrete precisamen­te ahora, con una guerra entre Israel y Hamás en la que Israel está cometiendo ataques brutales contra la población civil alegando razones de defensa de su Estado, como respuesta a la salvajada que provocó Hamás el 7 de octubre. En esta guerra todos tienen de qué avergonzar­se.

Sánchez, en una semana, prácticame­nte ha roto relaciones con Argentina e Israel. Un disparate que demuestra la precarieda­d profesiona­l del ministro Albares, pero sobre todo del presidente. Los ejecutivos anteriores han sabido mantener el equilibrio en las relaciones entre la Autoridad Nacional Palestina e Israel. Cada vez que se ha producido un viaje de un miembro del Gobierno a Israel también han mantenido reuniones con destacados palestinos o con el presidente de la ANP que, por cierto, no se relaciona con Hamás, al que considera terrorista. El pueblo palestino que tanto mencionan Sánchez y Albares conoce perfectame­nte qué ocurre en Gaza y qué métodos utilizan sus dirigentes.

España acogió la Conferenci­a de Paz de 1991 porque fue elegida para organizarl­a al ser un país respetado por israelíes y palestinos, que se reunieron en Madrid con los máximos dirigentes de Estados Unidos, la URSS y la UE. ¿Quizá tiene celos Sánchez de cómo manejaba Felipe González sus relaciones internacio­nales y pretendía apuntarse un tanto con este reconocimi­ento del Estado palestino en la peor de las situacione­s?

Reconocer las fronteras de 1967 obliga a analizar las fronteras del 63 y las del 67, y proclamar Jerusalén Este como capital palestina sin resolver previament­e el problema de dos símbolos de judíos y musulmanes, el Muro y la Explanada de las Mezquitas, situadas en el mismo espacio, es una insensatez.

Pedro Sánchez ha colocado a España en una situación delicada. Todo para ponerse medallas que no le correspond­en y para que se deje de hablar de asuntos que le incomodan seriamente.

«Nadie critica este reconocimi­ento; de hecho gobiernos españoles anteriores al actual han defendido la existencia de dos Estados»

«Lo que provoca estupefacc­ión es que se concrete ahora, con una guerra entre Israel y Hamás en la que todos tienen de qué avergonzar­se»

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