Heraldo de Aragón

«Las escuelas están estresadas, tienen mucha carga»

- CAROLINA IGLESIAS

Lo bueno de este relato es que no solo se limita a explicar lo que sucede en el aula, sino que también se intenta pensar desde estas experienci­as y generar conocimien­to, que es lo infrecuent­e.

¿Cómo surgió la idea?

Llevo más de 30 años trabajando con un grupo de docentes que apuesta por que el saber pedagógico tiene que salir de la práctica de los maestros y las maestras, no de la Universida­d ni de los administra­tivos... El libro tiene una primera parte que fundamenta esta aproximaci­ón de cómo construir este saber, y luego tiene una segunda parte, con las personas que participan en el grupo y que escriben sus experienci­as en el aula.

¿Se llega a conclusion­es?

Se hace una apuesta por una manera de entender y enfocar la educación. Por eso el título es muy llamativo. Intenta explicar qué significa la desobedien­cia, que no es ir en contra, no es un acto de rebeldía explícito, sino que es atreverse a pensar de otra manera y, en función de eso, a actuar de otra manera en el aula también.

¿Es más necesaria la desobedien­cia a la hora de enseñar o a la hora de aprender?

No puedo separar el enseñar del aprender. Respecto a la educación en España, siempre se habla de los déficits de los alumnos, los informes PISA... pero no se habla de cómo esto está vinculado a una manera de enseñar. Se enseña en función de cómo se aprende y se aprende según cómo se enseña.

Este libro lo ha coordinado con otra colega de profesión.

Sí, con Marisol Anguita, maestra de educación infantil. Hemos convocado a los maestros y maestras y les hemos acompañado en sus procesos de escritura.

Tras una vida dedicada a la educación, ¿pensó en algún momento en dedicarse a otra cosa?

Sí, me gustaría haber sido médico, pero bueno, hubo coyunturas en mi vida que me llevaron a dejar Canarias y venir a Barcelona en un momento de mucho cambio. Entonces, en esa euforia, pensé que la educación era un buen camino para contribuir a la transforma­ción social. Y ha sido el trabajo y la implicació­n que he tenido durante más de 40 años.

¿Qué áreas son su especialid­ad? Una de las cosas que más me ha preocupado es cómo y dónde aprenden las personas. Por ejemplo, ahora hemos acabado una investigac­ión sobre cómo aprenden los universita­rios, que es de forma diferente a cómo aprendían hace años. También me interesa y he trabajado en clase sobre cómo es nuestra relación con todo lo visual. Y el tercer campo de estudio es cómo las artes en general pueden contribuir a otro tipo de relaciones sociales y a otras formas de enseñar e investigar.

¿Ha cambiado el profesorad­o? ¿Cómo cree que se deben aplicar las nuevas tecnología­s en el aula?

Pienso que el gran problema es que las escuelas se están poniendo al servicio de las multinacio­nales. Lo que hay que plantearse es si las tecnología­s facilitan o no el aprender con sentido, y yo creo que, en general, tal y como se presentan, no contribuye­n a ello. Soy partidario de que sean siempre un complement­o y de que se recupere el fundamento de la relación pedagógica, el cómo leer con profundida­d, y el cómo trabajar los temas, no de forma lúdica, sino para aprender lo que significan y ponerlos en contexto. La carga de innovacion­es está diluyendo esto. ¿Cree que los resultados del informe PISA trasladan la realidad de la educación en España?

Plantean un tipo de preguntas para un tipo de enseñanza que no se da aquí en España, donde no se da una educación que se transfiera a situacione­s reales, sino que se tiende a una enseñanza teórica. Tampoco sé qué mide realmente PISA porque difieren los resultados y no es en comparació­n con otros países. Creo que es un indicador que hay que tener en cuenta, pero el ruido que genera responde más a intereses políticos.

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