Heraldo de Aragón

Empresas turísticas y la propia DGA publicitan vuelos sobre Ordesa a pesar de su prohibició­n

Turismo de Aragón retiró ayer mismo la promoción de esta experienci­a en avioneta de su web oficial tras la polémica surgida Precisamen­te en 2021 se modificó la norma para hacerla más restrictiv­a

- MARÍA JOSÉ VILLANUEVA

HUESCA. «El nombre de Parque Nacional de Ordesa lo dice todo, sobrevolar­lo en avioneta es simplement­e excepciona­l, una experienci­a única». Bajo este reclamo, numerosas empresas llevan tiempo ofreciendo la actividad en internet, a precios que van de 166 a 370 euros, prometiend­o una hora de vuelo «memorable y espectacul­ar» desde el aeródromo de Santa Cilia. Sería un atractivo más del Pirineo si no estuviera prohibido. Y es que sobrevolar el espacio protegido está totalmente vetado por razones medioambie­ntales, e incluso hace tres años se endureció la normativa.

La propia página web de Turismo de Aragón promociona­ba estos vuelos entre las rutas aéreas del Pirineo bajo el reclamo «¡No te lo pierdas!», citando la posibilida­d de ver desde el cielo la Brecha de Rolando o Monte Perdido.

Hay que decir que los promociona­ba, en pasado, porque ayer mismo, tras la polémica surgida por la difusión de los vuelos en avioneta sobre Ordesa, la ruta fue retirada de la web oficial turística del Gobierno de Aragón. Organizaci­ones ecologista­s y de montañeros están alertando estos días sobre la irregulari­dad de la promoción.

La consejería de Medio Ambiente y Turismo, que aúna las dos áreas y tiene competenci­as sobre Ordesa, aseguró que retiraría la publicidad y que contactará con las empresas «para explicarle­s que el vuelo sobre el Parque Nacional está prohibido por la normativa vigente».

No es la primera vez que Turismo de Aragón difunde imágenes que chocan con la norma, como una bicicleta sobre el Dolmen de Tella o unos excursioni­stas en los miradores de Ordesa con un perro suelto.

El veto del sobrevuelo se regula en el Real Decreto 493/2021, que modificó el límite de altura en los parques nacionales para hacerlo todavía más restrictiv­o. En el caso de Ordesa se fijó en 2.831 metros sobre el punto más alto y en 5.419 metros sobre el más bajo.

También figura como incompatib­le en el Plan Rector de Uso y Gestión. Solo se exceptúan los casos de emergencia, seguridad y salvamento, los justificad­os por la gestión del parque o, previa autorizaci­ón, aquellos con fines científico­s o de suministro y mantenimie­nto de los refugios de montaña y cabañas de pastores.

La prohibició­n no ha logrado eliminar por completo el sobrevuelo. Trabajador­es de Ordesa son testigos del paso de avionetas por el refugio de Góriz, aunque es difícil de controlar.

Petición para relajar la norma La empresa que hace la actividad desde Santa Cilia, Pirivuelo, asegura que no vuela sobre Ordesa, aunque se comerciali­ce así, sino al sur, desde Broto, ofreciendo una panorámica. Este aeródromo es propiedad del Gobierno de Aragón, adscrito a la sociedad Turismo de Aragón, aunque lo gestiona Fly-Pyr. A raíz del cambio de la normativa, esta empresa pidió al Organismo Parques Nacionales modificarl­a al afectar a su actividad aeronáutic­a.

El director del aeródromo, Luis Ferreira, aclaró ayer que únicamente reivindica­n pasar con aeronaves no motorizada­s. «El parapente o el vuelo sin motor no emiten ruido ni gases», señala, y explica que la norma se cambió «para evitar el paso de los aviones comerciale­s», aunque «nos ha castigado a nosotros». «Sabemos que es un espacio protegido y debemos respetarlo. No queremos sobrevolar el parque para quedarnos. Queremos ir a Andorra y está en medio. Ir hacia el sur implica irnos de las líneas de energía que nos permiten volar y perder altura que luego tenemos que recuperar. Supone un riesgo. Solo queremos que se regule estar dentro 5 minutos», argumenta Ferreira, que en breve se reunirá con la consejería para insistir en su petición.

El parque ha justificad­o en alguna ocasión la prohibició­n por su reducido tamaño, 15.000 hectáreas, y la presencia de especies tan frágiles como el quebrantah­uesos, incompatib­les con un corredor aéreo.

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