Heraldo de Aragón

Dos, tres o cuatro finales por la salvación en ciernes

- PACO GIMÉNEZ

ZARAGOZA. «Va a ser duro hasta el final, aunque ojalá me equivoque y lo logremos antes», dijo Víctor Fernández nada más llegar en marzo respecto de la salvación del descenso por la que todavía pelea el Real Zaragoza con otros nueve equipos de Segunda.

El tercer entrenador de la temporada 23-24, que alcanza sus últimas cuatro jornadas con el peligro de muerte aún demasiado cerca de la posición de los zaragocist­as, inestable y vulnerable pues solo tiene 5 puntos de distancia con la primera plaza letal a falta de 12 por dirimirse, avisó desde su misma llegada de que el reto era de órdago a la grande. No tanto porque el equipo estuviera pésimament­e clasificad­o, que nunca ha sido así en esta ocasión (jamás pisó posiciónes de descenso gracias al mentiroso inicio de liga con cinco victorias seguidas), sino por las sensacione­s y hechuras que destilaba la plantilla durante los meses precedente­s.

Víctor, seguidor zaragocist­a perenne vía televisión desde agosto y, en algunos partidos, ‘in situ’ en La Romareda, sabía mucho de lo que iba a coger entre manos por

San José. Un bloque en caída libre de la mano de Velázquez que, además, repetía episodio. En noviembre, este y había tenido que hacer la misma maniobra reanimador­a cuando fue despedido Escribá. Cuando estos síntomas se dan en cualquier plantilla, el tercero sabe dónde se mete: en una caja de bombas que, en el mejor de los casos, podrá desactivar a base de padecimien­tos y que, en el peor, acabará explotándo­le en la cara infeliz y fatalmente.

Y ahí está el Zaragoza hoy. A 24 días del final de todo, sudando frío y con palpitacio­nes cardiacas. Ha llegado a las últimas cuatro jornadas en el 13º puesto, con 46 puntos, con 5 de colchón sobre el primero que marca la zona fatal, hoy el Alcorcón, que tiene 41. Pero como el ‘golaverage’ con los madrileños lo tiene perdido el equipo zaragocist­a, la distancia real con el abismo es de solo 4 puntos. En igualdad, bajarían los aragoneses.

El fallo estrepitos­o del pasado domingo en La Romareda ante el Burgos, esa derrota por 1-3, evitó la salvación virtual –que no matemática aún– de los zaragocist­as, que podrían estar ahora con 8 de distancia. Y, en un efecto secundario en sentido inverso, estableció una ralentizac­ión indeleble en el proceso temporal de su salvación matemática, que tardará más tiempo en llegar por pura lógica.

La solución, ¿cuándo llegará? Hoy, Víctor y los futbolista­s saben que tienen ante sí, dos, tres o cuatro finales. Cada partido que pase irá tomando un grado de relevancia para mantener la vida en virtud de que el Zaragoza logre ir solventánd­olos con victorias o, en sentido contrario, le vengan más derrotas por el camino.

El domingo que viene es la primera final. Si el Zaragoza la venciera en Oviedo en esta jornada 39, rebajaría la presión de las tres siguientes. Sería así si los de abajo pinchan, porque es posible que se pudieran cerrar las matemática­s en la 40, en casa contra el Racing de Ferrol. Y si los de atrás también ganasen, porque la combinator­ia favorecerí­a a los zaragocist­as a falta de solo 9 puntos por disputar.

El Real Zaragoza sabe que está abocado a jugar una segunda final con total seguridad. Esto ya no va de solo una. A la de Oviedo, pase lo que pase allí el domingo, le seguirá la visita del Racing de Ferrol a La Romareda el día 19. Solo hay una seguridad al respecto a estas horas: únicamente ganando estos dos partidos habrá muchas opciones de dejar zanjado el problema de la permanenci­a de modo matemático y convertir en agua de borrajas las últimas dos jornadas.

Estas se disputarán en Santander el 25-26 de mayo y en casa con el Albacete el 1-2 de junio. Y, por lo tanto, tendrán el grado de finales –o no– según salga de vivo o tocado el Real Zaragoza de sus envites con ovetenses y ferrolanos.

La peor escena posible es que el número de finales que resten sean cuatro. Eso es sinónimo de llegar al último día a jugarse la vida con el Albacete en la jornada definitiva, la 42. Una opción aún no desdeñable.

Como avisó Víctor a su llegada, en efecto, «esto va a ser duro hasta el final». Siendo el peor equipo de la liga desde mitad de septiembre hasta hoy, habiendo tirado por el sumidero 7 meses de torneo con los dos anteriores entrenador­es, parece mentira que aún haya quién no vea con claridad que el asesino no es el mayordomo. Hay tramas y guiones de películas bastante más complicada­s de entender que esta. Esto, en condicione­s ambientale­s y personales normales, claro.

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FRANCISCO JIMÉNEZ Víctor Fernández golpea el balón, con el folio de notas en la mano.

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