«Al doblar una película o una serie, los buenos actores te llevan de la mano»
ACTRIZ
Luisa Ezquerra (Zaragoza, 1958) es toda una referencia en España en el campo del doblaje. Como voz (ha trabajado durante años en programas y series como ‘Las noticias del guiñol’, ‘El coche fantástico’, ‘A dos metros bajo tierra’ o ‘Padre de familia’). Y como docente. Su experiencia le ha llevado a ser muy requerida y dirige en la actualidad sendas escuelas de doblaje en Madrid y Málaga.
Lo del doblaje no suele ser vocacional. Ser actriz, sí.
Así fue en mi caso. De niña, cuando me preguntaban qué quería ser de mayor, siempre respondía que actriz. Mis padres no me tomaban en serio pero, a puro de insistir, entré en la Escuela Municipal de Arte Dramático, que entonces, principios de los años 70, se había creado en unos locales que estaban en el último piso del Teatro Principal. Nos daban clases José Jiménez Aznar, Luisa Llagostera... Al terminar los estudios debuté en el teatro con una función de ‘Cinco horas con Mario’, que presentamos en el Ateneo. Miguel Delibes ya estaba entonces trabajando en la adaptación teatral y nos autorizó a hacer la obra. Un año después de acabar arte dramático terminé Filología Inglesa en la Universidad de Zaragoza, y en el 82 me vine a Madrid.
Como decenas de actrices aragonesas que aspiran a vivir de la interpretación.
Yo ya había hecho algunas obras en el Principal con la compañía de José Luis Nicolás, pero quería profesionalizarme. Y me planté en Madrid sin conocer prácticamente a nadie. Me busqué un trabajo como profesora en el Liceo Anglo-Español de Madrid.
Allí estudiaron todos los hijos de Lola Flores. ¿Cómo llegó el doblaje a su vida?
Un día, escuchando la radio, entrevistaron a un actor que habló de unos cursos de doblaje en Madrid. Llamé a la radio para que me dieran su contacto, y me matriculé. Yo trabajaba hasta las 5 de la tarde en el colegio y todo lo que ahorraba lo invertía en mi formación. Toda una generación de dobladores estudió con Salvador Arias. Y el profesor me promocionó. En 1982 me llamaron para participar en el doblaje de una serie, ‘Galáctica’. Yo no quería dejar mi trabajo y estar a expensas de que me llamaran para un doblaje puntual, y el director del estudio me dijo que me buscara un trabajo de media jornada para tener así unos ingresos fijos y disponer de tiempo para lo que me gustaba más. Y así entré en el estudio Tecnison, donde estuve trabajando cinco años.
Y allí coincidió con el también aragonés José Luis Gil.
Le debo muchísimo. Él entonces estaba muy centrado en el doblaje y aprendí un montón junto a él.
Han sido más de tres décadas de trabajo, con papeles como la Ruth Fisher de ‘A dos metros bajo tierra’ o la Lois de ‘Padre de familia’. ¿Cuál es el secreto?
Una suma de factores, no solo la voz. Ahora que tengo una escuela de doblaje veo que cada año viene gente diciéndome que quiere aprender porque tiene buena voz... Y yo me echo a temblar. Porque el fundamento no es ese, sino que seas un gran actor o una gran actriz. Yo había estudiado arte dramático, había actuado y había participado en muchos recitales de poesía antes de meterme en el mundo del doblaje. Pillé la sincronía enseguida y... Esa dicen que es la clave, la sincronía.
Es complicada, sin duda. Te dan el guión que vas a trabajar y previamente tienes que escuchar el original para ver cómo habla tu personaje, cómo respira... Y en el estudio de grabación te encuentras el guión de tu personaje en ‘tapes’ de no más de cinco líneas de longitud y tienes que encajarlas a la perfección y que suenen creíbles. La voz es muy importante en la interpretación, pero no su belleza, sino su expresividad. Y en teatro, además, hay que darle una gran proyección, que se te escuche bien. Cada género tiene su técnica vocal pero, si tienes una buena formación actoral, todo resulta más fácil. En doblaje, cuando tengas una gran actriz, tienes que ‘pegarte’ a ella; si no, la cara irá por un lado y la voz por otro. Cuando un ‘tape’ está bien hecho se empasta enseguida. Cuando doblaba ‘A dos metros bajo tierra’, yo tenía un personaje estupendo, el de Frances Conroy. Y el director de doblaje, Ramiro de Maeztu, siempre me decía: «No quieras estar mejor que ella».
¿Un buen doblaje salva o mitiga una mala serie o película?
No. Doblar a un mal actor es mucho más difícil que doblar a uno bueno, que te da hecha la mayor parte del trabajo. El buen actor te lleva de la mano. Le miras mucho más a los ojos que a la boca. En los ojos tienes toda la interpretación.
Conforme se fueron sucediendo los trabajos fue olvidándose de su vocación de actriz. Pero en los últimos tiempos le ha llegado su oportunidad.
Siempre he sido práctica y pronto vi que con el doblaje me podía mantener bien económicamente. Al principio sí que lo intenté pero el mundo del cine o a la televisión es muy difícil. Hace cuatro años me llamó José Luis Feito para ver si me podía enviar un guión. Pensaba que quería que locutara algo y no, pretendía que fuera protagonista de un largometraje, ‘La vecina de al lado’.
Las actrices maduras se quejan de falta de oportunidades.
Hay actrices que, cuando llegan a una determinada edad se sienten invisibles. Pero yo juego en otra liga. A lo mejor no me sale ya ningún otro trabajo, pero a mí nadie me va a quitar la ilusión. Me siento en un momento muy creativo. por otros derroteros. Lejos de la fantasía o del dinero, el horizonte que vislumbra Toranaga, ese estratega inolvidable que interpreta magistralmente Hiroyuki Sanada, navega por la senda de la trascendencia. Por esa capacidad de perdurar en el tiempo y dejar huella; de dejar por escrito, incluso, cómo será el futuro de la tierra.
Quedo fascinado por ‘Shogun’, por sus personajes, por la forma y el fondo, por la importancia que otorga a la poesía y, sobre todo, por su decidida apuesta por contar una historia con principio y final. Una trama sin estirar, en su justa medida. Un sueño completo.