Un sabroso puente que une Perú y Zaragoza
El restaurante El Ceviche cambia de ubicación y se instala en el entorno de la plaza de San Francisco
Ceviche es un icónico plato de la cocina peruana que se replica en todo el mundo, también en Aragón. De hecho, en Zaragoza es la bandera y nombre de un restaurante que esta semana afronta una nueva etapa. Hace unos meses se anunció que El Ceviche se mudaba a la calle de Santa Teresa de Jesús, dejando su primer local de Roger de Tur, donde crecieron.
La chef Mónica Montenegro está al frente de los fogones. «Mi madre aprendió a cocinar en casa, en especial con su hermana», relata Katy Sarachaga, quien también forma parte de El Ceviche junto a sus hermanos Erik y Abel y su cuñada Silvia. Juntos se han propuesto una misión: fusionar la esencia y los sabores de la cocina peruana con el encanto de Zaragoza.
Ofrecen platos variados que muestran la tradición peruana con autenticidad. «Y todo cocinado desde cero», reivindican. Causa limeña, chupito de leche de tigre o arroz chaufa mixto son algunos de los platos. Erik ha tomado las riendas de los ceviches, entre sus especialidades está el carretillero, marinado en leche de tigre de ají amarillo acompañado de chicharrón de calamar. También el lomo saltado, preparado
Dirección: c/ Santa Teresa de Jesús, 24. Zaragoza Teléfono: 624 533 893 Horario: de lunes a jueves, de 12.00 a 16.00 y de 20.00 a 23.00; viernes y sábados, de 12.00 a 16.00 y de 20.00 a 00.00; y domingo, de 12.00 a 17.00 con solomillo de ternera al wok con cebolla, tomate, ají amarillo y bañado en salsa de soja. A los que se suma el ají de gallina, que sirven en forma de croqueta: «Es un guiño a la cultura española».
Otra receta que cautiva es el anticucho de corazón de vaca. «Se trata de una influencia africana, ya que hubo una colonia en el sur de Perú. La casquería se daba a los esclavos, que la cocinaban a la brasa», señala Sarachaga. En las ciudades peruanas es comida callejera, que en El Ceviche da el salto al plato. La oferta gastronómica se completa con opciones vegetarianas y vinos aragoneses. El plato dulce puede ser tres leches, tarta de queso de maracuyá o una receta de la milenaria fruta lúcuma.
Los cócteles son otra de las líneas que han ampliado. Los hay peruanos, como el pisco sour, que lo presentan con sirope de caña, zumo de lima, clara de huevo y amargo de angostura. Además de este, Katy ya anuncia que habrá chilcano y otros cócteles que han versionado.
Cuando Katy sirve los platos y los cócteles, si hay algún peruano a la mesa, una emoción erupciona en su corazón. «Me encanta servir a mis compatriotas porque se emocionan con nuestra comida, significa compartir amor y el sentimiento por el país, nuestra cultura y nuestra gastronomía –explica Sarachaga–. Y a los españoles les intento contar la historia que esconde cada plato».
Detrás de sus propuestas se descubre la unión de las culturas que tejieron la gastronomía de Perú. «Es una fusión de muchas cocinas –expone Katy–. A lo largo del tiempo, nuestra comida ha adoptado diferentes influencias». Analiza que la china es la comida chifa, la japonesa es la nikkei y criolla, que es la tendencia española. «Esa fusión se desarrolla en una base de miles de años», concluye Katy. En definitiva, historia y nuevos sabores en el plato.