Heraldo de Aragón

Los jueces y las comisiones de investigac­ión

I María Luisa Gil Meana

- María Luisa Gil Meana es licenciada en Derecho y en Historia. Fue magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Madrid

Manifestab­a el ministro de Justicia, Félix Bolaños, que los jueces no tienen obligación de asistir a las comisiones creadas en el seno del Congreso de los Diputados. Las comisiones a las que se hace referencia tienen lugar por imposición de los partidos separatist­as y todo ello en el contexto de los pactos para que Junts y ERC dieran su voto para la investidur­a del Sr. Sánchez como prede sidente del Gobierno y su ulterior apoyo durante la legislatur­a.

No sólo se pactó solo la creación de dichas comisiones sino también una ley de amnistía ya votada favorablem­ente en el Congreso y que actualment­e se tramita en el Senado. Se ignora cuántas más cesiones ha realizado el Gobierno a los partidos independen­tistas en las negociacio­nes que tiene con ellos fuera España y con un ‘controlado­r’ internacio­nal, todo con absoluto secretismo, ignorando que los ciudadanos en las elecciones no entregan a los políticos un poder omnímodo para que hagan y deshagan a su antojo sin dar explicació­n alguna de sus actos y ocultando los pactos y concesione­s a los que lleguen con otras formacione­s políticas.

Pues bien, no es que los jueces no tengan obligación de asistir a las comisiones creadas para controlar sus resolucion­es, lo que sucede es que existe una prohibició­n de que comparezca­n. Vamos a ver por qué.

Si se aceptase que no tienen obligación de comparecer, ello supondría que podrían asistir si quisieran, aun no estando obligados, y lo que sucede es que no pueden acudir en ningún caso porque están sometidos exclusivam­ente al imperio de la ley, como se contiene en el artículo 117 de la Constituci­ón española. ¿Qué quiere decir esto? Primero, que no pueden recibir órdenes a la hora de dictar sus resolucion­es, a diferencia del Ministerio Fiscal. ¿Qué clase de Justicia habría si las sentencias y demás resolucion­es se redactaran por el juez siguiendo las consignas de una de las partes? Segundo, supone también que las resolucion­es se dictan exclusivam­ente aplicando la ley. Si el juez entiende que una norma es inconstitu­cional puede plantear la cuestión de inconstitu­cionalidad ante el Tribunal Constituci­onal y, en su caso, cuestión prejudicia­l ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, y no dictará su resolución hasta que se pronuncien tales órganos.

La gran mayoría de las resolucion­es son recurrible­s, bien ante el propio órgano judicial que las dictó o ante un órgano superior, esto supone que ese órgano superior puede revocar una sentencia o incluso anularla por las causas contemplad­as en la ley de que se trate y si son confirmada­s quedarán firmes. Nunca, ni el Legislativ­o ni el Ejecutivo pueden fiscalizar la acción de los órganos judiciales, y ello por la separación de poderes establecid­a en el citado articulo 117 de la Constituci­ón, separación que es la piedra angular del Estado de derecho y, por tanto, de la democracia.

Que los políticos intenten controlar a los órganos judiciales es propio de sistemas dictatoria­les, por ello en una democracia los jueces no es que no deban comparecer ante las comisiones del Congreso, es que la propia Constituci­ón española lo impide al estar sometidos, como ya se ha manifestad­o, solamente al imperio de la ley. Esto es una garantía de la independen­cia judicial que no existiría si las resolucion­es judiciales que afectasen negativame­nte a políticos pudieran ser revocadas por estos o pudieran presionar mediante semejantes comisiones para que los jueces dictasen resolucion­es plegándose a sus deseos y consignas.

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