El Gobierno tilda de antidemocrático que Bildu no condene a ETA pero no prevé romper
Intenta echar un cable al PSE y carga contra Otxandiano por evitar calificar de terrorista a la banda mientras el PP lo acusa de «hipocresía»
MADRID. Nunca, en los cinco años en los que ha necesitado y aprovechado su apoyo parlamentario, el Gobierno se había mostrado tan contundente con EH Bildu por su actitud respecto a ETA. A apenas cinco días de la cita con las urnas en el País Vasco, la portavoz del Consejo de Ministros, Pilar Alegría, censuró ayer con dureza que el candidato de la formación independentista, Pello Otxandiano, evitara referirse la víspera a la organización criminal como terrorista y llegó a calificar su comportamiento de «cobarde», «incompatible con la democracia» y despreciativo con las víctimas y «con la sociedad española en su conjunto».
En la Moncloa dejan claro que el reproche no modificará en absoluto la relación que el Ejecutivo mantiene con la formación liderada por Arnaldo Otegi. Pedro Sánchez no puede permitirse prescindir de ni uno solo de los socios que apoyaron su investidura el pasado noviembre si pretende agotar la legislatura. Y, en la última campaña electoral, ya alegó que cuando se trate de «mejorar la vida de la gente» buscará votos «hasta debajo de las piedras». Una posición en la que los suyos se ratifican ahora.
El mensaje de Alegría tiene de hecho un único y claro contexto: el de una campaña electoral que Bildu afronta como gran favorito. El sondeo de Ikerfeld elaborado para ‘El Correo’ y ‘El Diario Vasco’, y publicado este domingo, apunta a que es posible incluso que la suma del PNV, que pasaría de primera a segunda fuerza, y el PSE no permita en esta ocasión alcanzar la mayoría absoluta, situada en 38 escaños. Con las cifras que arroja el estudio –entre 28 y 27 diputados para EH-Bildu; 27 para los nacionalistas; 10 u 11 para los socialistas; 6 o 7 para el PP; 3 para Sumar, y uno o ninguno para Vox – Imanol Pradales, el relevo generacional del lendakari Iñigo Urkullu podría superar la investidura porque en el Parlamento vasco no es posible votar en contra de un candidato, pero la gobernabilidad sería más complicada.
«Grupo armado»
Tanto los nacionalistas como los socialistas del País Vasco tienen la declarada intención de reeditar la coalición de Gobierno que mantienen desde 2016 y, en un intento de reactivar a electorado, han recurrido en los últimos días con especial intensidad al pasado de Sortu, heredera de Batasuna y principal fuerza dentro de la coalición de partidos que conforman Bildu. La entrevista de Otxandiano el lunes por la noche en la cadena Ser, en la que se limitó a describir a la organización como «grupo armado» e igualó su actuación a la «violencia del Estado», les dio pie para insistir en ello. «Nosotros seremos garantía de que Euskadi no caiga en sus manos», argumentó Eneko Andueza.
El discurso no es nuevo en el caso del líder del PSE, muy crítico con los de Otegi por no haber condenado aún los crímenes de ETA, pero tiene el problema de que choca con los pasos dados por Sánchez en los últimos años al homologar a la izquierda ‘abertzale’, primero con sus acuerdos en la Cámara baja y, más recientemente, al auparle a la alcaldía de Pamplona. Fuentes de la Moncloa admiten, no en vano, que las declaraciones de Alegría buscan «clarificar» y «reforzar» la posición defendida por su candidato, aunque también alegan que el Gobierno siempre ha pensado lo mismo respecto al recorrido ético que aún debe andar la formación independentista.
El PP no tardó en replicar que la indignación exteriorizada por la ministra es de una «hipocresía absoluta» y advirtió de que, si el PSOE quiere ser «creíble» debería seguir su ejemplo y poner un cordón sanitario. «Bildu