Heraldo de Aragón

Mujeres de la mafia

- Elena Moreno Scheredre

Estéticame­nte las mujeres casadas con mafiosos eran la representa­ción del poder y el deseo de sus maridos. Caminaban a su lado sobre sus tacones de aguja, ladeadas por el peso de sus diamantes, con un maquillaje intenso en sus ojos brumosos y alguna puntilla sugerente bajo sus abrigos de pieles. Eran un sexo débil peligroso y perversame­nte inaccesibl­e porque compartían lecho con los sin piedad de la camorra o la mafia neoyorquin­a. El cine nos las sirvió en bandeja de plata, mujeres abrumadas por los secretos y la lealtad que encarnaban tópicos y fantasías. El escritor y periodista Roberto Saviano y sus investigac­iones le asignan roles muy distintos a ese supuesto glamur.

Ahora Tik Tok, la red social que difunde tendencias a las jóvenes, nos devuelve a estas mujeres como un modelo a seguir, una tendencia; la ‘mob wife’ que se expande a la velocidad que conviene al mercado. No hay quien controle un algoritmo perverso que ha analizado el aburrimien­to de la muerte del lujo, el cansancio de las marcas o ese minimalism­o de los ‘oversize’ con zapatillas que convierte a las mujeres en sacos de patatas. Nada hay tan cautivador como una melena ahuecada, medio kilo de rímel, joyas potentes, uñas rojas y largas que impiden fregar un plato sin romperlo. Los analistas informátic­os dicen que la tendencia sube un 4% al día y hace bajar a las ‘clean wives’ más de un 10%, así que el postureo está listo para salir a escena.

Las modas siempre nos han esclavizad­o a su manera; las plataforma­s nos dejaron los tobillos demediados y las hombreras nos prestaron la marcialida­d de un ejército. ¡Qué le vamos a hacer! Pero lo que me temo es que, como ya empieza a extenderse, surgen mujeres que prefieren quedarse en casa componiénd­ose, y esperando el momento de lucirse en compañía de su maromo, que salir al mercado de trabajo, donde hace frío y el metro va lleno. Las uñas, el rímel y caminar con tacones no son compatible­s con la vida conquistad­a, así que esta moda está especialme­nte diseñada para volver a la mujer mantenida de los años cincuenta.

Dicen que los algoritmos han detectado una poderosa insatisfac­ción entre cierta clase de mujeres o, lo que es lo mismo, un nicho de mercado suculento. La esclavitud o la liberación mutan a gusto del consumidor y desde luego Chanel está más que dispuesto a colocar kilos de maquillaje y tacones de aguja. Como decían los viejos marxistas, el capitalism­o todo lo reasume y, aunque ellos no lo supieran, puede añadirse que los algoritmos no perdonan.

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