Otra frivolidad, o locura, nacional
Ya se sabe que nada es lo que parece. Y, según algunos especialistas, contratar a David Broncano, el conductor de ‘La Resistencia’ y cabeza visible de un amplio y quizá formidable equipo, es lo mejor que puede hacer TVE. Es un proyecto consolidado, con grandes ecos en las redes, más en las redes sociales que en la visión directa, y que genera mucho tráfico y muchos comentarios, la nueva tiranía del ‘click’ (¿cómo hemos podido vivir tantos años al margen de este vértigo indispensable, barómetro de una nueva sensibilidad y de una civilización?), y en el fondo sale más rentable que el programa al que va a sustituir. Es decir, invertir 28 millones de euros en un programa de humor, aunque sea con el capital de todos, y una dirección provisional, es imprescindible, tan urgente como aprobar la ley de amnistía o el referéndum.
Aceptemos que la televisión es costosa, que hacer las cosas bien es muy caro y a la vez muy rentable (aunque la televisión pública no tenga publicidad), y que Broncano es un genio, o medio genio de la comunicación. Dicho sea con todos los respetos, a mí su propuesta me dice poco: me parece casi un elogio de la frivolidad y lo chabacano, del chiste fácil y si se quiere, sí, un combate permanente y ligero contra la solemnidad. Saber si uno ha tenido sexo, y cómo la he ido, si se ha masturbado mucho, o poco, si lleva días de ayuno lascivo, puede ser algo interesantísimo, no digo que no. Al fin y al cabo es la revelación de lo cotidiano, más o menos, hecho excepcional al ser contado en público, aunque se mienta. Y confesar cómo se tiene la cuenta corriente de hinchada o disminuida tampoco está mal. Buen entrevistador no es; más bien hace gala, entre teatral y acaso verdadera, de que sabe poco de su invitado, de que no se ha informado, y eso también le da un candor estudiado de ‘showman’.
Sospecho que muchas aportaciones a una televisión pública no puede traer. El desenfado, la provocación, el trazo grueso y la crítica gubernamental en la tele institucional son más improbables, chirrían o abren ampollas, y lo que es alarmante también es que TVE sienta la necesidad de mitigar el éxito de Pablo Motos. Las televisiones públicas, sin renunciar al humor, al desparpajo, deben administrar bien sus recursos, no dejarse deslumbrar por el éxito, usar la imaginación y la sensatez, y trabajar a favor de la coherencia, de la gente y la pluralidad con respeto a las arcas públicas. Esa es su competencia y su competitividad. Lo demás puede ser una locura delirante e insolidaria, y una apuesta nada ejemplar. Saldría más rentable y seguro dar oportunidad a algunos ‘broncanos’ que hay en la casa.