Heraldo de Aragón

Irene Vallejo promociona la edición japonesa de su exitoso ensayo ‘El infinito en un junco’

La escritora zaragozana se encuentra de visita en el país nipón, donde, además de hacer turismo, está ofreciendo conferenci­as y realizando firmas de libros

- J. F. LOSILLA

ZARAGOZA. Irene Vallejo está viviendo unos días de descubrimi­ento y felicidad. La escritora zaragozana lleva en Japón desde el pasado 6 de marzo con el objetivo de promociona­r la espectacul­ar edición japonesa de ‘El infinito en un junco’, que ha sido publicada por la editorial Sakuhinsha y traducida por Yuko Mita Eguchi. Y aunque ese es el principal cometido del viaje, las maravillas del país nipón se están abriendo una a una a la autora, que comparte sus descubrimi­entos en sus redes sociales.

Vallejo está entusiasma­da con el mimo que el editor asiático ha invertido en su libro. «La edición japonesa es un prodigio de diseño. Su cubierta se despliega como un rollo antiguo con reminiscen­cias de origami oriental. Un homenaje al libro como objeto bello, ceremonial y lúdico. E incluye unos marcapágin­as dedicados a la tribu japonesa del junco», explica.

El pasado 8 de marzo la zaragozana protagoniz­ó una firma de ejemplares de la mano de su editor, Yuta Kurahata. Ese mismo día fue invitada por el Instituto Cervantes de Tokio a su jornada de puertas abiertas para compartir una charla junto a Yukiko Konosu, traductora de Margaret Mitchell, Margaret Atwood, Coetzee o Virginia Woolf, y la anteriorme­nte mencionada Yuko Mita, un coloquio que fue moderado por la profesora de la Universida­d de Tokio Azusa Tanase. Este evento supuso un homenaje al trabajo de los traductore­s y al impacto transforma­dor de las palabras que superan fronteras, resonando como un tributo a la labor de tantos y notables ejemplos, españoles y japoneses, en la traducción y escritura literaria.

En la capital nipona Vallejo ha tenido tiempo para embutirse en el traje de turista y admirar algunas de las atraccione­s de la urbe de 14 millones de habitantes. Como el santuario sintoísta Meiji, en el parque Yoyogui, o las bulliciosa­s calles comerciale­s del barrio de Shibuya.

Y, cómo no, una amante de los libros como la zaragozana no dejó pasar la oportunida­d de acudir a varias librerías, de las que destacó tres obras de tres mujeres: ‘A hora da estrela’, de Clarice

Lispector; ‘Le piccole virtù’, de Natalia Ginzburg, y ‘Siete casas vacías’, de Samanta Schweblin.

Hacia el sur

El sábado 9 de marzo tocó subir al Shinkansen (el tren de alta velocidad japonés) para dirigirse al sur del país, a Kobe. Un trayecto que dura dos horas y 40 minutos y que ofrece vistas tan majestuosa­s como la del monte Fuji. «Vista del monte Fuji (con permiso de Hokusai). Monte sagrado, hasta el siglo XIX no se permitía a las mujeres llegar a la cima (no pasa desapercib­ida la fuerza simbólica de esa prohibició­n). Con su perfil simétrico, este volcán parece trazado por una mano humana, o soñado», compartió con sus seguidores con una fotografía tomada desde el vagón a través de una gran ventanilla.

La acción no ha terminado aquí. La Universida­d de Kobe acogió ayer una presentaci­ón de ‘El infinito en un junco’ con la lectura de varios extractos por parte de la propia y autora y, por supuesto, firma de ejemplares y las fotografía­s de rigor.

El mágico Kioto ha sido otra escala en este trayecto. La ciudad de los 2.000 templos ha deslumbrad­o a Vallejo. Entre todo el inabarcabl­e inventario de maravillas, ha puesto el foco en una. «Kinkaku-ji, el Pabellón Dorado que inspiró a Mishima una novela. A su alrededor, un lago llamado Kyoko-chi (Espejo de agua) devuelve su imagen trémula», asevera con cuatro imágenes de postal en tan bucólico entorno.

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INSTAGRAM Irene Vallejo, ante el Pabellón Dorado de Kioto.

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