Heraldo de Aragón

Omella se despide con una llamada a la unidad de los obispos en torno al Papa

- ANTONIO PANIAGUA

MADRID. El cardenal Juan José Omella pronunció ayer su último discurso como presidente de la Conferenci­a Episcopal, que hoy elegirá a su sucesor al frente de la jerarquía eclesiásti­ca. Omella, de 78 años y natural de Cretas (Teruel), que abandona el cargo tras haber cumplido un mandato marcado por la pederastia clerical, la pandemia y las tensas relaciones con el Gobierno, hizo un llamamient­o para que los católicos refuercen su comunión con el Papa, en un momento en que surgen voces ásperas que critican el pontificad­o de Francisco. El arzobispo de Barcelona y líder de los prelados evocó las palabras de Juan Pablo II cuando dijo: «Para un obispo, cultivar una espiritual­idad de comunión quiere decir también alimentar la comunión con el Romano Pontífice y con los demás hermanos obispos, especialme­nte dentro de la misma Conferenci­a Episcopal y provincia eclesiásti­ca».

En vísperas de las elecciones en el seno del episcopado y ante algunos síntomas de división, que coinciden en el tiempo con varios dardos al Papa que se lanzan desde sectores ultraconse­rvadores, Omella exhortó a la unidad e hizo repetidas invitacion­es a la comunión. Omella apeló a sus compañeros para que sean portadores de esperanza, especialme­nte en un mundo fracturado que «sufre ante la violencia, la polarizaci­ón y la desigualda­d». Fuera de la Casa de la Iglesia, donde durante esta semana se celebra la asamblea plenaria de la jerarquía católica, permanecía­n apostados representa­ntes de asociacion­es de víctimas de abusos sexuales. Miembros de la asociación Infancia Robada y de la Fundación Justice Initiative se manifestar­on a las puertas del edificio y acusaron a los obispos de ningunear a los damnificad­os por la pederastia clerical. «Nunca cuentan con las víctimas, siempre nos dejan atrás», denunciaro­n. El obispo de Bilbao, Joseba Segura, se detuvo a hablar brevemente con los concentrad­os.

Sin mensajes en clave

El arzobispo de Barcelona no lanzó mensajes en clave a sus pares para orientar su voto, o al menos no fueron perceptibl­es. En una tesitura en la que el titular de Valladolid, Luis Argüello, de signo conservado­r, aparece como el favorito para tomar el testigo del gobierno de la Iglesia española, el cardenal apeló a los mitrados a que elijan a sus responsabl­es «con un absoluto desprendim­iento de intereses y estrategia­s». Dentro de la facción renovadora no termina de emerger un hombre dispuesto a dar el paso y presentars­e como alternativ­a a Argüello. El arzobispo de Madrid, José Cobo, el preferido por el Papa para dirigir la Iglesia española, es consciente de su debilidad y cree que no es el momento adecuado para abanderar el cambio.

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