Virginia de nuevo
Acudo al Teatro de las Esquinas a una representación a la que mi amigo Eugenio Mateo me ha invitado. No era una invitación cualquiera sino que tenía para mí un especial significado. Lo que el grupo D-Disidentes Teatro, que dirige Mike Ramón, representa es una obra que Encarnación Ferré, mi recordada amiga, realizó sobre textos de Ana María Navales, mi querida Ana María. Esta obra, presentada originalmente en la Biblioteca de Aragón hace un par de años, por el grupo Amigos del Arte, con el título ‘La última tarde de Virginia Woolf’, se presenta ahora por D-Disidentes con el título de ‘Dual Stereo’, en tres actos, aunque solo el tercero retoma la pieza original. El primer acto es como un monólogo sobre el feminismo; el segundo, una especie de juguete humorístico que recuerda los musicales de Broadway, con bailes y canciones. El grupo teatral está formado por dos actrices y un varón, que protagonizan con mucho entusiasmo sus roles. Es en el tercer acto donde aparecen las figuras de Virginia, de su hermana Vanessa y del marido de la primera, Leonardo. Esta versión de la obra de FerréNavales ya se representó hace un tiempo por el mismo grupo, que ahora la llevará por diversos lugares.
Como pueden imaginar, mi interés principal estuvo en ese tercer acto, aunque los dos primeros tienen su atractivo. Pero yo sería partidario de que en sucesivas representaciones se limitase la función a ese tercer acto, pues la sesión se hace un poquito larga y se llega a ese tercer acto, que es el texto mollar, con un cierto cansancio. Yolanda Arroyo y Pilar Marín Verdor cumplen estupendamente su papel y Mariano Gilaberte demuestra sus dotes de viejo actor, aunque no sean profesionales ninguno de ellos. Hay proyecciones y música, con una escueta escenografía. La dramaturgia es correcta, aunque podría aliviarse la escena del espejo, que se prolonga excesivamente.
El público aplaudió con fervor y nosotros, Eugenio, Elena, Manolo y un servidor, brindamos en un bar cercano, frente a una iluminada Aljafería, porque la obra nos dio ocasión de recordar a Encarnación y Ana María. Aunque yo siga prefiriendo el montaje original de los Amigos del Arte, con
Loreto García, en su espléndida Virginia, Tomás Martín, Eugenio Mateo y otros.
En el Pablo Serrano el amigo Adolfo Burriel presentó su último libro, ‘Poemas para desordenar el silencio’. Nuestro veterano Adolfo estaba emocionado, porque presentó su criatura poética en un salón rebosante de amigos, donde faltaron asientos para la concurrencia. Y es que todo el mundo quiere a Adolfo, cuya larga vida ha sido siempre una entrega constante a los demás. Hubo lectura de poemas, que recitaron, además del autor, dos consagrados rapsodas, María José Moreno y Mariano Anós. También aportaron su granito recitatorio José Antonio Sarría y Manuel Baile, su editor de la firma Comuniter.
Plácido Serrano puso música al acto.
En una breve nota biográfica, se recuerda que, aunque soriano, Adolfo ha vivido desde los 2 años en Aragón y que, además de haber recibido distintos galardones, participó en un libro histórico, ‘Generación del 65’, de la Colección Poemas, con prólogo de Miguel Labordeta.
Y vuelvo a Virginia. También ella desordenaba el silencio, que se hizo eterno en las aguas del Ouse. También Adolfo, a las orillas del Ebro, pasea sus silencios, que están llenos de ordenadas palabras. Como me ha escrito en la dedicaría de su libro, yo también le deseo a Adolfo que su vida «se llene de voces y de abrazos».