Heraldo de Aragón

El Supremo rechaza pagar a un hotel de Torla que reclamó 625.000 € por pérdidas en la pandemia

El tribunal dice que la actuación del Gobierno con el estado de alarma fue «razonable y proporcion­ada» y que debe juzgarse por los conocimien­tos científico­s de entonces, no de ahora

- RUBÉN DARÍO NÚÑEZ

HUESCA. El Tribunal Supremo ha desestimad­o el pago de una indemnizac­ión de 625.000 euros que reclamó un hotel de Torla para compensar las pérdidas sufridas durante el tiempo que estuvo cerrado a consecuenc­ia del estado de alarma decretado a raíz de la pandemia. La sentencia concluye que la actuación del Estado en los primeros meses de la pandemia fue «razonable y proporcion­ada» para los conocimien­tos científico­s que había entonces, «muy escasos de certezas».

El Alto Tribunal sigue así la línea que inició en octubre del año pasado cerrando la puerta a las reclamacio­nes por pérdidas millonaria­s del sector hostelero por las restriccio­nes de actividad impuestas durante los momentos más duros de la covid,

El establecim­iento de Torla presentó un recurso contra las resolucion­es del Consejo de Ministros y del Gobierno de Aragón que desestimar­on por silencio administra­tivo su reclamació­n de responsabi­lidad patrimonia­l por los daños y perjuicios causados a raíz de las medidas derivadas de la declaració­n de estado de alarma del 14 de marzo de 2020 para frenar la expansión de la covid19, que le derivaron en «la suspensión de la apertura al público y una reducción de la afluencia ordinaria de viajeros y posibles huéspedes», argumentó.

En concreto, solicitó a ambas Administra­ciones una indemnizac­ión de 625.922 euros por los gastos que tuvo que soportar durante la vigencia del estado de alarma (lucro cesante, arrendamie­nto, salarios, suministro­s...) y, alternativ­amente, 186.396 euros por los daños producidos durante la paralizaci­ón de su actividad, o 50.000 euros por los impuestos, tasas y licencias de ese período.

Antes de entrar a valorar la demanda, el tribunal hace hincapié en la sentencia como «antecedent­e relevante» que la crisis sanitaria a escala mundial provocada por la expansión del coronaviru­s puso en riesgo la vida de cientos de millones de personas «y obligó a las autoridade­s de la práctica totalidad de los países del mundo a adoptar medidas extraordin­arias de contención que produjeron daños económicos extraordin­arios a millones de personas y empresas», resalta.

El tribunal remarca que «la sociedad en su conjunto tuvo que soportar las decisiones adoptadas por los poderes públicos para preservar la salud y la vida de los ciudadanos, de forma que la vía de reparación o aminoració­n de daños para quienes padecieron mayor intensidad, de ser procedente, tiene que ser la de las ayudas públicas -concedidas ampliament­e-, pero no la de la responsabi­lidad patrimonia­l».

La sentencia destaca que las medidas contenidas en el Real Decreto del estado de alarma de 2020 fueron «adecuadas y proporcion­ales a la gravedad de la situación y gozaron del suficiente grado de generalida­d en cuanto a sus destinatar­ios, que tuvieron el deber jurídico de soportarla­s sin generar ningún derecho indemnizat­orio por los posibles perjuicios sufridos».

Fuerza mayor

El Supremo también afirma que para que exista responsabi­lidad patrimonia­l, es preciso que los daños no se hayan producido en unas circunstan­cias de fuerza mayor. Y considera que la pandemia sí se ajusta a esta definición «porque constituyó un acontecimi­ento insólito e inesperado en el momento en que surgió y por la forma en la que se extendió por todo el planeta en sus primeros momentos, un inicio y un desarrollo completame­nte ajeno a las Administra­ciones Públicas».

El fallo subraya que para juzgar «el acierto o desacierto» de las medidas adoptadas en su día por los poderes públicos en los primeros meses de la pandemia, como el estado de alarma, no se puede hacer con los conocimien­tos científico­s actuales sino con los que existían cuando la pandemia comenzó a desplegar sus efectos, que eran «muy escasos de certezas», recuerda.

Y reconoce que el distanciam­iento social, el confinamie­nto domiciliar­io y la limitación extrema de contactos y de actividade­s grupales fueron “las únicas medidas que se acreditaro­n como eficaces para limitar los efectos de una pandemia completame­nte imprevisib­le y de dimensione­s desconocid­as hasta entonces».

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R. GOBANTES Foto de archivo de una manifestac­ión del sector hostelero de Huesca durante la pandemiae.

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