Robin Food «Mi primera receta fue una marranada»
David de Jorge guarda muy buenos recuerdos de Zaragoza, desde la excursión al Pilar a sus visitas a Trasobares
Soy el gordo más delgado del mundo». Así se define un cocinero con mucha chispa. Se llama David de Jorge, más conocido como Robin Food. Esta semana ha estado en Zaragoza como embajador de los electrodomésticos de Jocca, una marca aragonesa con más de tres décadas de trayectoria.
¿Viene mucho a Zaragoza?
Vengo bastante, y más desde que soy embajador de Jocca. Me hace mucha ilusión regresar porque guardo buenos recuerdos de niño. La primera vez fue con una excursión con el colegio, cuando nos enseñaron el agujero donde cayó la bomba en el Pilar y la colección de tapices de la Seo.
¿Qué se llevaría de comer?
Me siguen flipando los adoquines de caramelo y las frutas de Aragón. Sin obviar ni los aceites, el ternasco... ¿Y ese lugar que no deja de ir?
Acostumbro a visitar Trasobares, que me encanta por su gente, el paisaje y su gastronomía. E Illueca, con el castillo del Papa Luna.
¿Qué papel tienen las nuevas tecnologías en la cocina?
Una sartén, una espumadera o un trapo en su momento fueron modernidad. Así que la tecnología siempre es una buena aliada. No estoy de acuerdo con esos cantos de sirena que dicen que lo de antes era mejor.
¿Cuándo nació su pasión por la cocina?
Desde muy crío decidí que quería cocinar porque el sitio donde más cómodo estaba era en la cocina, guisando, en el horno, sentado en la mesa...
¿Recuerda su primera receta?
(Ríe) ¡Una marranada! Era un pudin de pan de molde por capas con mermelada y echaba una mezcla de flan, que se cuajaba en el horno. Era espantoso. Después, ayudaba a empanar filetes, formar croquetas, me asomaba cuando mi madre hacía el sofrito de la paella, el redondo en salsa...
Así que era un pinche de cocina.
¡Y lo sigo siendo! Como dice Martín Berasategui, al final eres un eterno aprendiz. Conforme pasa el tiempo te das cuenta de las cosas que te quedan por aprender en lugar de las que sabes.
¿Quiénes son sus padres profesionales?
Sin lugar a dudas, Martín Berasategui y su mujer Oneka Arregui. Además de todos los cocineros y cocineras que han dedicado un minuto de su tiempo a enseñarme el oficio.
Los programas de cocina ya son un clásico de la parrilla de televisión.
Afortunadamente, aunque sean ‘realities’. Alguien dijo una vez que el único fin que tiene un libro de cocina es el bien de la humanidad, porque no hay intereses obtusos. El propósito de la cocina es hacer feliz a la gente. Sin embargo, es cierto que en los mercados no se corresponde ese entusiasmo, porque cada vez están más vacíos. Creo que cada vez se cocina menos en casa.