Los soles que brillan día y noche
La luna es a la noche, como el sol al día. Pero hay noches que son de sol. El próximo lunes se conocerán en Cartagena las nuevas distinciones de la Guía Repsol, una gala que mantiene en vilo al mundo de la gastronomía española. Los primeros soles se entregaron hace 45 años, cuando la publicación se llamaba ‘La Guía del Viajero’, y desde entonces han evolucionando. Por ejemplo, se crearon los soles sostenibles, con los que se premia el esfuerzo y compromiso ante el cambio climático.
El único galardonado con dos soles de todo Aragón es Cancook. En la actualidad hay casi una veintena de restaurantes aragoneses con un sol. En Zaragoza ciudad están Absinthium, El Chalet, Gamberro, Gente Rara, La Prensa, La Senda, Novodabo y Quema. Aquellos que viajen a Aínsa pueden probar Callizo. Sin salir de la provincia oscense, se encuentra Lillas Pastia y Tatau, en la capital, y Venta del Sotón, en Esquedas. Y Vidocq, que se emplaza en Formigal. En Teruel, uno de ellos luce en Tramacastilla, en El Batán.
Los cuatro últimos llegaron el año pasado. Uno de ellos viajó a Barbastro. «Es un regalo inesperado y se trata de una motivación para seguir en el día a día, pero nunca lo habíamos buscado», confiesan Javier Matinero y Natalia Gracia, de Trasiego. «No podíamos estar más felices», reconocen, ya que en un negocio familiar lo profesional se une con lo personal.
A raíz del sol han apreciado cómo van clientes de un nuevo perfil, por lo que se convierte «en un desafío diario, tanto en cocina como en sala». A pesar de repercusión, en Trasiego no han cambiado el foco desde hace más de una década: que el cliente disfrute. Desde el mismo edificio del consejo regulador de la denominación de origen del Somontano, siguen agradeciendo el título y demuestran su camaradería –mucha más que competencia– al mencionar que hay muchos más compañeros que se lo merecen y todavía no les ha llegado.
Jorge Lara y Jasone San Martín, del restaurante Goralai de Zaragoza, estaban en un barco en Segur de Calafell cuando sonó el teléfono. «Nos abrazamos y empezamos a llorar», recuerda San Martín. No olvidan el 27 de febrero del año pasado, cuando se lo entregaron en la «espectacular» gala. «No lo esperábamos y es un subidón a la labor diaria, después de quince años de trabajo –trasmiten–. Te hace sentir muy bien y es un impulso para seguir luchando».
«Nuestra forma de trabajar no ha cambiado, pero los clientes vienen de otra forma, sabiendo que tu casa es un lugar reconocido»,