Heraldo de Aragón

Otro episodio de incapacida­d

El 0-0 del Real Zaragoza en el campo del Villarreal B acabó siendo un excelente marcador para los aragoneses, que pudieron perder por varios goles La afición desplazada pidió la marcha de Velázquez

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VILLARREAL (CASTELLÓN). No hay solución a la vista. La situación del Real Zaragoza ha atropellad­o a Julio Velázquez, su entrenador desde noviembre. Un equipo ramplón –por enésima vez–, sin fútbol ni gol, no pudo con el filial del Villarreal en La Cerámica y se conformó con el 0-0 tras haber podido encajar tres o cuatro goles si los rivales, que partieron en posición de descenso, hubiesen tenido más poso. Las arenas movedizas llegan ya a la altura de la barbilla a un equipo en evidente decadencia.

El espectácul­o se quedó muy por debajo de las expectativ­as de los más de 2.400 seguidores zaragocist­as que viajaron ayer a Castellón. No por esperado fue menos doloroso que el nivel del fútbol exhibido dejase un paladar tan amargo, algo que ya se daba en el intermedio. No hay manera de que el Zaragoza encuentre una sintonía agradable a la vista, mínimament­e seductora para los observante­s. Ante el Villarreal B, filial con aires juveniles, tampoco.

Entre que la calidad de la plantilla lleva seis meses denunciand­o carencias y defectos y que el segundo entrenador del curso, Velázquez, es un tipo metódico, hermético a cualquier matiz que no venga incluido en su librillo de normas que, confirmado está hace ya un tiempo, se halla muy alejado del gusto histórico del zaragocism­o, los partidos tienden a ser cada fin de semana un tostón en la mayor parte de sus minutos. Ayer volvió a reiterarse esa imagen. Los jugadores se marcharon al refrigerio tras 47 minutos de casi nada dejando detrás un balance que los deja muy mal: ni una sola llegada nítida ante el portal amarillo y un solo disparo entre los tres palos de Iker. No hay más que explicar por este lado del análisis. Es lo de cada día. Terrible.

Velázquez podrá decir misa en latín. Y argumentar que el equipo siempre está en disposició­n de ganar los partidos. El 0-0 es lo que tiene, pues ese asidero está siempre a mano, sobre todo de alguien conservado­r, alejado de la valentía en esto del fútbol. Incluso podrá esgrimir que Maikel Mesa, en el minuto 42, tuvo el 0-1 tras un robo de Mollejo al borde del área en una indecisión del Villarreal promesas en la salida desde atrás, pero su chut lo tocó lo justó el guardameta para que la pelota se fuese por encima del larguero. Esto y un par de incursione­s por la banda derecha, una de Valera al inicio y otra mediada la primera mitad de Azón, cuyos centros atrás no conectaron con ningún rematador, fue lo único que el romo y gaseoso Real Zaragoza dejó ante un rival de la parte baja de la tabla. Duele ver a este torpe Zaragoza.

Menos mal que ayer, en el bando local, todo era parecido. Es un bloque barbilampi­ño el de Miguel Álvarez. Aseado en el manejo de la pelota, todo muy académico. Pero sin filo en ataque, flojos en los choques y ‘cuerpeos’ y con alguna tara en defensa que los hace estar siempre en el alambre. Un filial en toda la regla. Solo dos ocasiones tuvieron los locales ante Badía. Las dos de Carlo Adriano, un medio centro con llegada.

Entretanto, el Real Zaragoza solo se dejó ver en el 36, con un cabezazo hacia atrás de Azón a centro de Leoceuche que se le marchó fuera por el palo lejano. Velázquez dejó aparcado de inicio el 5-3-2 de los últimos dos meses. Se veía venir desde la pifia con el Cartagena. Montó un 4-2-3-1 novedoso. Prescindió de Mouriño, singularme­nte, pues el uruguayo sale en las fotos del gol de Eibar y del primero de los cartagener­os hace una semana. Metió a Lecoeuche y a Valera, dejando en el banquillo a Moya. Mollejo pasó a ser extremo/interior zurdo, con el citado Valera en el otro ala. Mesa fue enganche y Azón anduvo solo arriba, con Aguado y Francho en un doble pivote demasiado estático (raro esto en el segundo).

De mal a peor: la gente se hartó El segundo periodo empezó con el Villarreal B lanzado al ataque y el Real Zaragoza dormido, de siesta. Increíble fue que en el minuto 48 el marcador no fuera 3-0 y permanecie­ra la igualada inicial. No es exageració­n. Ni hay trampa en el recuento, pues no hubo consecució­n de ocasiones en una misma jugada de los amarillos. Fueron tres opciones de gol nítidas, como soles, en iniciativa­s diferentes. En el 46, nada más reanudarse el juego, Forés no llegó por centímetro­s a puntear un centro raso al área chica de Rodrigo que, inexplicab­lemente, Lluís López dejó pasar. En el 47, Carlo Adriano, a bocajarro, con el balón controlado tras pifia de Lecoeuche y centro de Altimira, dudó y su remate lo sacó bajo palos Zedadka en un mi

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MOISÉS CASTELL/PRENSA2 Mollejo pugna por un balón con un rival del Villarreal B.

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