Heraldo de Aragón

Rusia entrega el cuerpo de Navalni a su madre ocho días después de su muerte

El entierro del político disidente se prevé multitudin­ario Su círculo teme la intervenci­ón de las autoridade­s

- RAFAEL M. MAÑUECO

MOSCÚ. Las denuncias de la familia, la presión internacio­nal y la indignació­n en Rusia de intelectua­les y algunos popes de la Iglesia ortodoxa parecen haber hecho comprender a las autoridade­s que es mejor entregar a su madre el cuerpo del líder opositor Alexéi Navalni, cuya muerte en la colonia penitencia­ria de Jarp (Ártico) fue anunciada el pasado 16 de febrero, que seguir alimentand­o el oprobio de mantenerlo bajo custodia para evitar un probable entierro multitudin­ario.

La portavoz del equipo del conocido activista ruso y luchador anticorrup­ción, Kira Yarmish, fue la encargada de confirmar que Liudmila Naválnaya, madre de Alexéi, había recibido por fin ayer el cadáver, ocho días después de que se supiera del deceso. La entrega se efectuó en Salejard, el centro administra­tivo de la región de Yamal.

Yarmish dio las gracias a todos los que han clamado a favor de que la familia pudiera disponer del cuerpo. «El entierro está aún pendiente. No sabemos si las autoridade­s interferir­án para que se lleve a cabo como la familia quiere y como Alexéi se merece», explicó la portavoz, quien aseguró que en su certificad­o de defunción figura que se debió a «causas naturales». Iván Zhdánov, miembro clave de la organizaci­ón creada por Navalni, declaró que «todo se hará de la forma más común, funeral en la iglesia y entierro en el cementerio, a los que podrán asistir quienes quieran venir a despedirse de él».

Sólo un día antes, el viernes, amenazaron a la madre del político muerto con hacer reposar sus restos en territorio de la cárcel si en tres horas no aceptaba sepultarlo en secreto lejos de sus seguidores. Yarmish denunció el ultimátum lanzado por «un miembro del Comité de Instrucció­n». La viuda del opositor, Julia Naválnaya, había deplorado asimismo, a través de un vídeo, que el presidente ruso, Vladímir Putin, mantuviera como «rehén» el cuerpo de su marido. Le acusó de «satanismo» y tachó de «falso» que el jefe del Kremlin sea creyente y cumpla los preceptos cristianos como proclama cada vez que asiste a una iglesia o participa en una celebració­n religiosa.

Según sus palabras, «su muerte no ha sido suficiente para Putin, además se burla de nosotros y chantajea a la madre (…) porque Putin es el único responsabl­e de esta situación, es quien da las órdenes, el mismo que trata de demostrar que es un devoto cristiano». Naválnaya criticaba la guerra contra Ucrania señalando que «dice luchar contra el mal occidental que interfiere en nuestros valores tradiciona­les, pero se dedica a matar, a bombardear civiles de noche con misiles bendecidos en iglesias». Miles de rusos y ciudadanos de otros países habían exigido la entrega del cuerpo de Navalni a sus familiares. Mensajes de vídeo fueron grabados por muchos periodista­s famosos y figuras públicas, personas del mundo del arte y los negocios.

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