El sueño de un museo con el que rescatar un patrimonio de 500 años
La Hermandad de la Sangre de Cristo y las cofradías organizan sus bienes relacionados con la Semana Santa mientras esperan que el Ayuntamiento aporte un espacio y un presupuesto
Desde fuera parece la entrada a un pequeño local en desuso. Un edificio más del zaragozano paseo de Echegaray y Caballero. Nadie se imagina al caminar por delante que tras sus muros llega a haber almacenados hasta 25 pasos de Semana Santa, aguardando para que llegue la época en la que por fin pueden procesionar por las calles a la vista de los ciudadanos. No es un mero almacén lleno de trastos, sino una enorme nave muy cuidada y vigilada por los miembros de la histórica Hermandad de la Sangre de Cristo, y que alberga elementos de un alto valor artístico y patrimonial.
Lo saben bien quienes velan por ellas todo el año, cuidando de que se mantengan en perfectas condiciones pese a sus escasos recursos. Tuvieron que colocar una nueva cubierta en el local para evitar la entrada de las palomas y las fugas de agua, y aun así siempre que llueve se cuidan de que las goteras que inevitablemente siguen saliendo no caigan sobre ellos. Todos están protegidos bajo enormes lonas de colores que arrojan una imagen más que curiosa, al dejar todavía entrever sus características y reconocibles formas. El espacio es escaso y cuando está al completo obliga a hacer una especie de Tetris cuando hay que mover alguno de los pasos.
No es una forma «digna» de guardarlos, lo dicen desde la Hermandad, y por eso defienden, al igual que lo hace la Junta Coordinadora de Cofradías, la creación de un museo que pueda convertirse en un atractivo turístico para la ciudad a la vez que permite conservarlos de forma más adecuada. Hace poco forzaron la entrada al local aledaño y un vecino les avisó creyendo que era el suyo. «No te imaginas el susto que nos llevamos», dice Alberto Calavia, responsable de patrimonio de esta entidad, que cuenta con siete siglos de trayectoria en Zaragoza.
Es por eso que hace apenas unos días se ha instalado tanto una alarma como un detector de humos para mejorar la seguridad. Cada año además, cuando se guardan los pasos tras la Semana Santa, se les aplica un tratamiento preventivo contra la carcoma. «Esto es todo de madera y se extiende muy rápido, podría ser muy peligroso», añade Pedro Traid, el vicepresidente de la Hermandad. Son dos motivos más para la creación de este museo, pero encuentran muchos otros.
Que se puedan observar durante todo el año piezas tan destacadas como la Cama sobre la que se coloca la imagen del Santísimo Cristo es también una razón. Elaborada por Antonio Palao en 1855, se eleva sobre una base de madera en cuyos ángulos aparecen los símbolos de los cuatro evangelistas en color dorado: el águila, el ángel, el león y el toro. También menciona Traid el paso del Descendimiento de Cristo, obra de José Alegre en 1847 e inspirado en un cuadro de Rubens. «Es muy curioso porque todas las figuras que lo componen se pueden retirar y forman un bonito puzzle», indica.
También cita Calavia el que representa la Entrada de Jesús en Jerusalén, que contiene nueve figuras de tamaño natural y que precisamente tuvo que ser reconstruido después de que un incendio ocurrido en 1935 en el garaje en el que se guardaba lo destruyera. El primero lo elaboraron los hermanos José y Joaquín Albareda, mientras que el segundo es obra de Antonio Palao Marco. «Tenemos la mejor imaginería del siglo XIX de España, porque es mucha, pero aquí está», señala el vicepresidente de la Hermandad.
Pero se les debe dar un tratamiento adecuado no solo a los pasos, sino a muchas otras piezas que tienen un valor histórico incluso mayor y que también permanecen durante todo el año guardadas, tanto en esta nave como en la sede de la organización religiosa. Hay capas pluviales que datan del siglo XVI, cálices, escalerillas, trajes de la guardia romana y pretoriana y diversos documentos, entre muchos otros bienes. Algunos se usan en las procesiones, pero otros, especialmente los más antiguos, no se sacan y llevan años «en armarios y cajones».
Se lleva mucho tiempo en Zaragoza hablando del futuro Museo de la Semana Santa. En 2019 parecía que el plan iba a echar por fin a andar de forma definitiva pero la pandemia truncó los planes. Ahora, desde el Ayuntamiento aseguran que es uno de sus «proyectos prioritarios» y se ha solicitado a las cofradías y a la Hermandad de la Sangre de Cristo que elaboren un listado con los bienes patrimoniales que podrían exponerse en esa muestra y, mientras, a través del Área de Cultura se está tratando de buscar una ubicación adecuada por tamaño y capacidad y que se encuentre cerca de la iglesia de San Cayetano.
Sin plazos ni cuantía económica El edificio del Buen Pastor, propiedad del Gobierno de Aragón, es el que suena con más fuerza y la concejala responsable, Sara Fernández, ya explicó que se está en conversaciones con esta institución para ver cuáles son las posibilidades. Sin embargo, sobre la mesa no hay plazos ni cuantía económica y ni siquiera una partida reservada en los presupuestos recién aprobados de 2024, ni con una cantidad simbólica.
Traid opina que sacarlo adelante es cuestión de «voluntad» y de que colaboren también las principales administraciones y entidades de la ciudad. Pone como ejemplo el caso de Zamora, donde Ayuntamiento, Gobierno autonómico y Diputación han trabajado de la mano en el proyecto y la Cámara de Comercio ha aportado un local de su propiedad.
Confía no obstante el vicepresidente en que existe un «compromiso» por parte del Consistorio en que a lo largo de este mandato se consiga relanzar el museo. «Hay que salvaguardar la imaginería que se saca en Semana Santa, que es de Interés Turístico Internacional, y es la segunda mayor fuente de ingresos para Zaragoza después de las Fiestas del Pilar», manifiesta Traid. Las «circunstancias» que convergen para que se haga realidad, defiende, «son muchas»: «Es bueno para la ciudad y sería otro reclamo turístico para que no sea únicamente un lugar de paso».