Ana Gállego y Sara Rubayo presentan sus ambiciosos libros de ‘Pintoras’ en el Museo Thyssen de Madrid
Dan a conocer mañana la publicación de un volumen con 448 artistas del siglo XVIII y se reedita el primer volumen con 300 desde los orígenes al siglo XVII
ZARAGOZA. Ana Gállego (Jaca, 1958), pintora e investigadora, y Sara Rubayo (Madrid, 1983), historiadora y divulgadora del arte, se pellizcan de pura felicidad. Llevan desde 2018 trabajando en un proyecto estimulante: el intento de devolverle a la historia del arte la otra mitad de sus protagonistas. Todas esas mujeres, pintoras profesionales, que han desarrollado con constricciones su talento y que, salvo contadas excepciones, han quedados arrumbadas, olvidadas o marginadas.
Esa búsqueda incesante cristalizó primero en el libro autoeditado ‘Pintoras’, que va desde los orígenes hasta el siglo XVII, que contenía 242 nombres. Y ahora publican ‘Pintoras. Vol. 2. Siglo XVIII’ (Paidós, 2024), de 400 páginas, donde recogen a 448 artistas profesionales de ese siglo.
Ahora ha sido el sello Paidós el editor del nuevo volumen y de la reedición del primero, ampliado a 300 nombres. «La edición de Paidós es una maravilla. Todo se debe a que Sara Rubayo publicó allí ‘Te gusta el arte aunque no lo sepas’. Les comentó el proyecto en el que estábamos metidas y decidieron apostar, aunque no suelen hacer libros de colección. Ya estamos trabajando en el siglo XIX y vemos que serán, por lo menos, tres volúmenes», explica Ana Gállego. Recuerda que mañana, a las 19.30, en el Museo Thyssen de Madrid, se presentarán los dos libros, que llevan ilustraciones de Mónica López. «Nos hace mucha ilusión a las dos. Al final habíamos vendido toda la edición del primer volumen. En la investigación, hemos descubierto 58 artistas más y se han incorporado».
Ana Gállego explica el método de trabajo: buscan principalmente internet, aunque siempre contrastando con otras fuentes. «No te puedes quedar con la primera información que encuentras. Hay que verificar y comprobar. Redactamos las dos, aunque las introducciones más expertas las hace Sara. Escribimos a los museos para confirmar que tal o cual obra está allí. Algunos museos se portan de maravilla: por ejemplo, el Museo de Filadelfia nos confirmó algunos datos y nos mandó una lista completa de todas las artistas que tenía en sus fondos». Las autoras confirman nombre completo, incluso el de soltera, fecha de nacimiento y muerte, y refieren en qué museo, palacio o colecciones están las obras de cada artista.
«Si en nuestro primer libro se podía decir que las pintoras podían ser monjas; hijas, hermanas o esposas de pintor, o pertenecer a acaudaladas familias, en el segundo tomo se introduce una variante a todo ello: aparecen los talleres o academias, y las mujeres podían acudir, aunque no pudiesen ver hombres desnudos, lo cual era una limitación en las piezas de historia o mitológicas, y en la técnica de desnudo», dice Ana.
Eso, entre otras artistas, se ve en algunas piezas de Angelica Kauffmann, con obra en el Museo del Prado y autora de una pieza fantástica como ‘Leyenda de Cupido y Psyche’, o de Sarah Goodridge, que se pintó sus propios pechos. Ana Gállego y Sara Rubayo escriben, con otra tipografía, que son «las tetas más bonitas del siglo XVIII».
Dice Ana Gállego: «En cuanto a calidad, hay de todo. Como sucede con los hombres. Pero hay grandes artistas, incluso grabadoras, y todas son profesionales. Una de mis favoritas es Madeleine Françoise Basseporte (17011780). Se quedó huérfana de padre y su madre la animó para que explotase su talento artístico desde que era muy niña. A los diez años se ganó la confianza de un conserje del hotel de Soubise y allí copiaba las obras existentes. Con 16 hizo lo propio en el Palacio Real. Trabajaba y trabajaba, y vendía su obra al día siguiente. Así logró sacar a su familia adelante. Hay muchas historias fascinantes en el libro», concluye.