La humilde coma
Cuando leo los periódicos, observo con frecuencia una para mí sorprendente anomalía, que son los desaires que sufre la humilde coma, el más modesto de los signos ortográficos, cuando se ve suprimida en muchas oportunidades en que su empleo es obligado por la RAE, que establece normas al respecto (v. gr., «se pondrá coma delante de las palabras aunque, mas, pero y sin embargo»), y por el buen sentido. Pongo un par de ejemplos extraídos de mi querido HERALDO, no porque se produzcan sólo en este prestigioso diario, sino porque es el único al que estoy suscrito (a nombre de mi esposa) hace muchos años. A saber: «El Ayuntamiento apoya que Trabajo medie en la huelga del bus pero la DGA insiste en el SAMA» (4 de agosto de 2022); «Sánchez inicia el curso con una victoria clave pero no se salva de las críticas» (26 de agosto de 2022). Y el pasado 30 de enero aparecían dos ejemplos de titulares defectuosos, en las páginas 5 (riegos) y 23 (Ucrania). Porque, como agravante, todas estas anomalías aparecen en titulares. Por último, a propósito de la coma, permítanme que mencione la existencia de un libro que dicen que circula por ahí, cuya lectura provoca la muerte por asfixia del lector, al estar redactado todo el volumen sin puntos ni comas… El abajo firmante tuvo el privilegio de hacer el bachillerato en los años cuarenta del siglo pasado en el Instituto de Enseñanza Media ‘Goya’ de Zaragoza, que contaba con un claustro de profesores irrepetible:
Blecua, Frutos, Gascón de Gotor, Amador de los Ríos, Moreno Alcañiz, Baratech, Ciriquián, Romaní, etc. Sin comentarios.
Jaime Esaín Escobar
ZARAGOZA