Los cangrejos joteros
Contempla el televisor con prevención, como temiendo que repentinamente alguien salte a su salón y le sacuda cogiéndole por los hombros. Hablan de la presentadora de una gala de cine en un canal público que eructa y piropea al presidente del Gobierno, entre otras lindezas. Como una muñeca pepona tan realista que rezuma grosería.
Lo insólito es que el representante de los españoles, que despacha en veinte segundos el asunto de los guardias civiles a bordo de un «flotador» asesinados por las embestidas de una narcolancha de 900 caballos, tiene tiempo para solidarizarse con la «comunicadora»: «El icono eres tú».
El espectador se refugia con el pensamiento en aguas más tranquilas. Le viene a la cabeza el filósofo Immanuel Kant, de cuya muerte se cumplen 220 años. ¿Qué pensaría el autor de la ‘Crítica de la razón pura’ de estos tiempos que nos toca vivir? Tal vez que el planeta ha sido invadido por un ejército de mentecatos que avanzan utilizando la táctica de tierra quemada. No queda apenas rastro de lucidez. Si, en su opinión, la inmadurez es la incapacidad de utilizar la propia inteligencia sin la guía de otro, en este mundo hay mayoría absoluta de adolescentes.
Precisamente su hijo imberbe le saca del ensimismamiento. Le sacude con fuerza lanzando un grito de terror: «¡Donald Trump va de nuevo camino de la Casa Blanca! Este mundo no tiene remedio». Confirmado: no hay marcha atrás para tamaños desmanes. Se sumerge en su mejor compañero en horas bajas: el humor. Repasa el ‘Bestiario de greguerías’, donde la retranca de Ramón Gómez de la Serna se da la mano con la destreza ilustradora de David Vela (Zaragoza, 1967). Y donde los cangrejos bailan la jota en el fondo del mar.