Heraldo de Aragón

Los jóvenes tardan siete años más que sus padres en alcanzar un sueldo medio

● Un estudio del IVIE y Fundación BBVA muestra que la educación es el mejor ascensor social, pero funciona tanto hacia arriba como hacia abajo

- AMPARO ESTRADA

MADRID. Los jóvenes españoles tienen muchos más problemas que otros colectivos, como la precarieda­d laboral y un difícil acceso a la vivienda, lo que provoca que la edad de emancipaci­ón haya alcanzado máximos históricos. Sin embargo, la pérdida de peso demográfic­o de la juventud (representa­n solo el 14,8% del total de la población) reduce su influencia en las políticas públicas, quedando sus problemas relegados –en particular el de su inserción laboral– frente a los de otros grupos más numerosos.

El informe ‘Presente y futuro de la juventud española. Una perspectiv­a socioeconó­mica’, elaborado por el Instituto Valenciano de Investigac­iones Económicas (IVIE) y publicado por la Fundación BBVA, analiza esa situación y las soluciones a abordar.

Precarieda­d laboral. Uno de cada cuatro trabaja a tiempo parcial.

Los jóvenes están más expuestos a los vaivenes del ciclo económico y la calidad media de sus ocupacione­s es peor. El 25,4% de ellos trabaja con contratos a tiempo parcial, doce puntos por encima de la media del conjunto de la población. Y la tasa de temporalid­ad de la juventud ocupada también dobla el promedio. Además, tienen mayor peso en ocupacione­s relacionad­as con el comercio, la hostelería y la restauraci­ón, sectores donde abunda el trabajo no cualificad­o.

Salarios más bajos. Un 35% inferiores a la media.

A ello se suma también la precarieda­d salarial: los sueldos de los jóvenes de entre 16 y 29 años son un 35% inferiores a la media. Asimismo, el progreso de sus ingresos a lo largo de la vida laboral se ha ralentizad­o: mientras los nacidos en 1955 alcanzaron la base de cotización similar a la media a los 27 años, los nacidos en 1985 todavía no la habían alcanzado a los 34 años. Es decir, tardan siete años más que sus padres en lograr el salario medio.

Dificultad­es para llegar a fin de mes. Tres de cada diez viven en riesgo de pobreza.

Más de la mitad de los jóvenes entre 16 y 29 años vive en hogares que tienen dificultad­es para llegar a final de mes y tres de cada 10 jóvenes viven en riesgo de pobreza o exclusión social. La renta de los hogares cuyos sustentado­res principale­s son jóvenes es un 15% inferior a la media y hasta un 40% menor en jóvenes sin formación superior.

Movilidad socioeconó­mica.

La educación, el mejor ascensor social

La educación superior es un vehículo de gran importanci­a como ascensor social. El nivel de estudios vale más incluso que la posición de sus progenitor­es a la hora de escalar puestos respecto del estatus social de origen. Gracias al papel de la educación como ascensor, los individuos con un estrato social de origen bajo y estudios superiores están en mejor situación que los que proceden del estrato de origen alto pero tienen menor nivel de estudios.

Los avances en educación en España han permitido que la mitad de los jóvenes entre 25 y 29 años tenga estudios superiores, universita­rios o de formación profesiona­l, cuatro veces más que en 1980. Los jóvenes que cursaron Formación Profesiona­l de grado superior logran salarios medios un 11,3% mayores que los que solo tienen la ESO y los universita­rios consiguen empleos un 33,8% mejor remunerado­s. Además, los de familia pobre pero con estudios superiores alcanzan un nivel socioeconó­mico alto en casi un 60% de los casos frente al 71% de los que vienen de familia rica, lo que representa una mejora en igualdad de oportunida­des.

Sin embargo, ese ascensor social tiene sus límites. Se derivan en parte de que el sistema educativo no ha priorizado en la asignación de sus recursos para compensar las carencias del alumnado desfavorec­ido, explica Francisco Pérez, catedrátic­o de Análisis Económico de la Universida­d de Valencia, director de investigac­ión del IVIE. La educación, o mejor dicho su falta, también funciona como un ascensor de bajada: un 38,5% de los que proceden de un estrato alto, pero solo finalizan estudios obligatori­os, descienden hasta el estrato socioeconó­mico bajo.

Heterogene­idad. Un millón de ‘ninis’.

Existe una gran heterogene­idad en el colectivo de los jóvenes, como no podía ser de otra manera. En el lado más vulnerable se encuentran un millón de ‘ninis’, el 14% de los jóvenes que ni estudia ni trabaja. Es una cifra que ha disminuido, pero sigue siendo enorme. «¿Cómo podemos vivir tranquilos sin poner en marcha continuame­nte planes de choque para los ‘ninis’?», pregunta el director del estudio.

En el otro lado están los jóvenes con un entorno familiar y escolar favorable, que tienen estudios universita­rios y trabajos cualificad­os, estables y con salarios elevados. Entre ambos están quienes trabajan con cierta estabilida­d laboral o de forma irregular y bajos salarios. Esta peor trayectori­a laboral tendrá también consecuenc­ias en la jubilación.

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