«He vuelto al Tercer Cinturón, tenía que enfrentarme a ello»
Presupuestadas están. El proyecto de cuentas municipales para 2024 destina 1,1 millones de euros para ahondar en la prevención frente a grandes tormentas de carácter extraordinario, una partida que se usará para construir el canal perimetral de 18 metros de ancho y dos de alto que recogerá el agua que baje por la pendiente. Serrano anunció que las labores comenzarían en noviembre y se ejecutarían con carácter de emergencia. Sin embargo, todavía se está terminando de redactar el proyecto de forma coordinada con la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), que pidió dar el visto bueno a los trabajos, circunstancia que ha terminado dilatando los tiempos.
Fuentes municipales aseguraron que el documento estará acabado «próximamente» con el objetivo de empezar lo antes posible. La intención es crear un espacio de 240 metros de longitud que, mientras esté seco, se podrá utilizar para pasear o ir en bici y que durante una tormenta será capaz de recoger incluso el doble del agua que cayó aquel día. El Ayuntamiento no ha concretado por ahora otras acciones. No obstante, desde Urbanismo recuerdan que en todo caso servirían para aumentar una seguridad que «ya está garantizada».
Ayudas por zona catastrófica
El Consistorio también está a la espera de recibir los 2,6 millones de euros solicitados al Gobierno de España, que aprobó en septiembre del año pasado la declaración de zona catastrófica. El importe corresponde a los daños registrados en los parques y jardines de la ciudad (951.756 euros), en diversos equipamientos (1.005.440) y en viales que quedaron cubiertos de barro, como la avenida de la Policía Local, la calle de Tiziano o la Z-30 en Parque Venecia (525.000). También resultaron afectados los cuarteles de la Policía en La Paz y en Palafox, donde hubo goteras, elementos de control de la Ronda Hispanidad y varios vehículos policiales.
Muchos vecinos reconocen que, desde aquel 6 de julio, no hay día que no consulten la previsión del tiempo. La sensación, afirman, era que todo «iba a ir más rápido». Eso es, al menos, lo que se les prometió durante las primeras reuniones, celebradas en los días posteriores a la tormenta. Desde la asociación piden «acelerar todo lo posible» los trabajos para «reforzar» la seguridad del barrio y dar tranquilidad a las familias, y aseguran que ven con buenos ojos medidas como el eventual corte de la Z-30 en momentos de riesgo. «Nosotros seríamos los más perjudicados, pues no disponemos de más salidas, pero lo primero es la seguridad. Sería lo más natural», apunta Andrés, mientras Carracedo urge soluciones para el colegio.
Mejoras en el vestíbulo del Lidl De tal magnitud fueron los daños que el supermercado de Lidl, uno de los puntos más castigados, no podrá reabrir hasta después de la Semana Santa, según confirman desde la empresa. La nave ha sido vaciada por completo y reabrirá con novedades, ya que, además de reparar todas las instalaciones que resultaron afectadas, «se va a remodelar la zona del ‘hall’ para evitar futuras inundaciones».
En la obra trabajan unas 30 personas. Primero fue necesario retirar cantidades ingentes de barro y ahora, las tareas se centran en poner a punto el local, sin que todavía se hayan instalado lineales o cajas registradoras. Aunque la compañía no tiene una cifra exacta de daños, confirma que fueron «cuantiosos», y que, en lo que respecta a la plantilla, tras llevarse a cabo las pertinentes negociaciones con los sindicatos, «una parte del personal fue redistribuido en otras tiendas de Zaragoza y el resto se acogió a un Expediente Temporal de Regulación de Empleo».
ZARAGOZA. Han pasado seis meses desde que Yolanda Fernández resultó gravemente herida en la riada que anegó la Z30 en la tormenta histórica del 6 de julio. El agua se la llevó al ir a salir de su vehículo para intentar ponerse a salvo. Viajaba con su marido, Daniel Lafuente, y en esos instantes de pánico ambos se temieron lo peor. Él resultó ileso, pero ella fue arrastrada por la corriente y quedó atrapada entre dos coches. Fue la única víctima de un episodio que puso en jaque a la ciudad y del que todavía las instituciones están aprendiendo para que no se vuelva a repetir.
Los golpes que se llevó Yolanda acabaron causándole una fuerte hemorragia interna por la que tuvo que ser intervenida de urgencia y que a punto estuvo de costarle la vida. También sufrió una hipotermia, una herida profunda en el brazo, tres fracturas en la pelvis y daños en el coxis, lesiones de las que aún se recupera y que la mantienen todavía alejada de su puesto de trabajo. A todo ello se enfrenta, sin embargo, con determinación y entereza, consciente de que, prácticamente, aquel día volvió a nacer.
«Ahora me encuentro mejor. Voy a rehabilitación tres días por semana y también hago ejercicios en casa. Me ponen magnetoterapia para disminuir el dolor y ayudar con las roturas y también hago hidroterapia en piscina», resume esta zaragozana, que espera poder recibir el alta pronto. Los sanitarios ya le han avisado de que probablemente le quedarán secuelas, pero cree que es el mal menor. «Tengo que valorar que estoy viva», asegura.
Con todo, Yolanda se muestra de buen humor, tratando de dejar atrás un episodio que resultó muy duro tanto para ella como para su familia. Aunque aclara que el camino no ha sido, ni es todavía, nada fácil. Pasó ingresada dos meses, de los que más de la mitad ni siquiera podía ponerse de pie. A nivel psicológico, reconoce que ha sido muy duro». «Cuando llegué a casa estaba muy contenta, pero al principio estaba desubicada. Me daba mucho miedo salir a la calle y caerme, y más los días de lluvia», explica. Aún tiene pesadillas con lo que ocurrió.
Lo que ocurrió no le va a frenar. Su psicóloga le recomendó volver al punto donde sufrió el accidente, y siguió su consejo. «No me gusta, pero lo hago. Me tenía que enfrentar a ello. Y cuando vuelva a trabajar no me va a quedar otra», explica. Solo tiene palabras de agradecimiento tanto para el personal del hospital como para los dos policías que la rescataron, sus «ángeles de la guarda». «Me vieron tan mal que supieron que había que correr. Lo que hicieron no está pagado», rememora.
No todos los días son igual de buenos, pero en general su buen ánimo le está permitiendo superar lo sucedido. Igual que a su familia. Sus hijos, de 15 y 20 años, «sufrieron muchísimo». También su marido, que se vio obligado a coger la baja por depresión. «Volví el 31 de octubre. Fue una situación muy complicada, me costó tiempo, pero yo mismo tomé la decisión de volver a trabajar porque así no podía seguir», resume Daniel Lafuente. Como su mujer, se enfrenta al futuro con mucho optimismo: «Poco a poco lo vas superando. Yo ya soy prácticamente la misma persona, solo falta que ella vuelva a trabajar».