Los concesionarios de China se expanden
Poco han tardado los concesionarios de automóviles de China en seguir el ejemplo de los fabricantes del país en la expansión de su negocio a Europa. El contexto de ralentización de las ventas de coches (tanto eléctricos como de combustión) en el gigante asiático ha sido el punto de inflexión que ha hecho cruzar las fronteras a grandes compañías del automóvil con destino a Europa, donde han elegido España como su punto de partida. Debido al volumen del mercado automovilístico chino, el primero del mundo con casi 22 millones de unidades al año, los grandes grupos de concesionarios del país manejan unas cifras de ingresos mareantes, a la altura incluso de alguna marca del automóvil. Los concesionarios chinos iniciarán su actividad en España en 2025 o en 2026 a más tardar, puesto que ya están negociando con socios locales. La llegada de estos nuevos competidores endurecerá aún más un mercado español muy competitivo, en el que se aplican los mayores descuentos a los coches de Europa y en el que uno de cada tres concesionarios no consigue ganar dinero. Los nuevos competidores pondrán en guardia a los concesionarios ya instalados en España, que tendrán que mejorar su eficiencia para luchar contra unos rivales que vienen con mucha ambición y que ven en España un gran potencial, tanto como mercado, como por ser su puerta de entrada a Europa. España es un territorio muy particular, en el que el descuento juega un papel clave a la hora de vender un vehículo. Por ello, habrá que esperar para comprobar si los grupos de concesionarios chinos que se quieren instalar en nuestro país se adaptan a las necesidades y las demandas de los exigentes clientes locales. Tendrán, además, que luchar con una red de servicio de posventa muy capilarizada, que puede ser el factor diferencial en comparación con los chinos, que tardarán todavía en desplegar una infraestructura de talleres que les permita dar cobertura a las altas cifras de ventas que esperan alcanzar en nuestro país.
BlackRock dobla su apuesta por la IA
El impulso para desarrollar capacidades de IA más potentes requiere una masiva inversión en centros de datos, que son una infraestructura esencial para tecnológicas como Amazon, Google, Meta y Microsoft, entre otras. La construcción de data centers vive un boom, con participación de numerosos actores, desde compañías de construcción a inmobiliarias y tecnológicas. EEUU alberga un tercio de los centros de datos del mundo, cuyo funcionamiento es intensivo en electricidad, disparando la demanda. Ayer BlackRock, mayor gestor mundial de fondos con activos bajo gestión de 10,6 billones de dólares, se puso en cabeza del esfuerzo inversor con el anuncio del fondo Global AI Infrastructure Investment Partnership (GAIIP), dirigido a inversiones en nuevos centros de datos y en ampliaciones de existentes para satisfacer la demanda de potencia de cálculo y de infraestructuras energéticas relacionadas. El fondo, participado por BlackRock, su filial GIP, Microsoft y MGX, sociedad de inversión de Abu Dabi, pretende recaudar hasta 30.000 millones entre inversores institucionales y compañías para invertir hasta 100.000 millones en infraestructuras, principalmente en EEUU. El fabricante de semiconductores Nvidia también apoyará el fondo, aportando su experiencia en centros de datos y fábricas de IA. A través de GAIIP, la capacidad inversora en IA de EEUU en relación con otras grandes áreas económicas como China y la UE coge un fortísimo impulso.
Google marca un tanto a la Comisión
La Comisión Europea ha abierto causas desde el año 2000 por distintas prácticas contra la competencia a tecnológicas estadounidenses, entre ellas Microsoft, Intel, Apple, Google, Facebook y Amazon, y algunas han acabado en sanciones millonarias. La semana pasada el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ratificó la multa de 2.424 millones que la Comisión Europea impuso a Google en 2017 por favorecer en su motor de búsqueda su servicio de comparación de productos, Google Shopping, frente a los de la competencia. Ayer, sin embargo, el TJUE anuló la multa de 1.490 millones impuesta por la Comisión a Google en 2019 por abuso de posición dominante a través de la plataforma de publicidad AdSense for Search. Según la Comisión, Google habría abusado de su posición dominante en el mercado al imponer cláusulas restrictivas en los contratos con sitios web de terceros que impidieron a sus competidores colocar sus anuncios de búsqueda en esos sitios web. El fallo del TJUE confirma “la mayor parte” de los argumentos de la Comisión, pero desestima la multa sobre la base de distintas consideraciones. El caso es uno de los tres que la Comisión ha llevado contra Google en los últimos años y que han supuesto multas por valor de 8.250 millones. El fallo es recurrible, pero el contraste con el de la semana pasada pone de manifiesto la plena vigencia del estado de derecho y del sometimiento del poder ejecutivo al judicial.