Julio César, líder de un mundo fragmentado LEYENDA
Tuvo una notable capacidad para inspirar confianza y lealtad.
En el imaginario popular, al pensar en las grandezas imperiales de Roma, se tiende a pensar más en Julio César (que no pertenece a la fase imperial del Estado romano) que en su heredero adoptivo, Augusto, que sí instauró un nuevo régimen político, el del Principado, habitualmente denominado Imperio. Esta confusión se debe a dos razones: por un lado, el ascenso político de César –quien acumuló un poder político, militar y religioso sin precedentes– marcó un hito en la historia de Roma durante el último siglo de la República. Por otro, el gran biógrafo de los primeros emperadores, Cayo Suetonio Tranquilo, un historiador vinculado a la clase senatorial romana y que escribió en época de Trajano, comienza su relación de los doce emperadores con Julio César confiriéndole, por tanto, un rango político que éste jamás detentó.
Lo que sabemos de su biografía –también por su esfuerzo de legar un relato de su persona a sus contemporáneos y a la posteridad a través de los Comentarii– nos lo presenta como alguien con extraordinarias dotes para el mando militar, de preclara inteligencia política y de notable capacidad de inspirar confianza y lealtad, especialmente entre los soldados de la XIII Legión. Pero, al margen de los datos que arroja esa fulgurante carrera política de César –que incluye el consulado en el 59 a.C. y varios cargos importantes, como la cuestura y el gobierno provincial en Hispania–, Suetonio realiza una enumeración de las virtudes de este político y militar romano que fueron las que le valieron para convertirse en un referente central en un momento en que la política romana se polarizaba entre los más tradicionales –denominados a sí mismos optimates– y aquéllos que solicitaban reformas acordes a la transformación propia de una administración que debía conciliar el gobierno de Roma con el de las provincias y a los que solía denominarse como populares.
Las virtudes que destaca el historiador de Hipona resultan aún hoy inspiradoras como verdadera “escuela de liderazgo”. Según Suetonio, César fundamentó sus éxitos militares no sólo en planes bien pensados, sino también en su habilidad para aprovechar oportunidades y dominar el efecto sorpresa, como demostró en batallas como Ilerda (49 a.C.), Farsalia (48 a.C.) y Zela (47 a.C.). Su capacidad de resistencia y sufri