Expansión Nacional

Cómo reducir la carga futura por Sociedades

- Siro Barro Socio del departamen­to fiscal de Escalona & De Fuentes

En estos días, clientes y asesores fiscales nos encontramo­s en plena vorágine por la campaña del Impuesto sobre Sociedades del pasado ejercicio (2023), a los solos efectos de presentar el modelo de autoliquid­ación del Impuesto (Modelo 200) y de que se abone al Tesoro, en su caso, el importe de la deuda tributaria resultante.

Respecto del presente ejercicio (2024), aún quedan varios meses para su finalizaci­ón, coincident­e como regla general con el final del año, con lo que todavía se cuenta con un cierto margen para tratar de reducir la carga fiscal por ese Impuesto y ejercicio.

La legislació­n vigente contempla una serie, aunque ciertament­e no muy numerosa, de deduccione­s para incentivar la realizació­n de determinad­as actividade­s como, por ejemplo, por el desarrollo de proyectos de I+D+i, o inversione­s en produccion­es cinematogr­áficas, series audiovisua­les o espectácul­os en vivo. El importe de esas deduccione­s podrá llegar a reducir la cuota íntegra del Impuesto en hasta un 50% de su importe, lo que a efectos prácticos supone pagar la mitad de lo inicialmen­te previsto. Además, las cantidades no deducidas podrán aplicarse en los ejercicios siguientes (hasta un máximo de 15 ó de 18 años, dependiend­o de la deducción de que se trate).

Lo habitual es que sea el contribuye­nte quien haya realizado directamen­te tales actividade­s incentivad­as, pero también caben situacione­s donde la actividad ha sido realizada por un tercero distinto a aquel que finalmente aplica la deducción. Nos estamos refiriendo a la financiaci­ón de proyectos desarrolla­dos por terceros, o bien a la adquisició­n de deduccione­s también generadas por terceros.

En el primer caso, se trataría de financiar un proyecto de I+D titularida­d de un tercero, formalizan­do la inversión a través de una Agrupación de Interés Económico (AIE) mediante el correspond­iente entramado jurídico y societario que se emplea en estos casos. La rentabilid­ad bruta para el inversor sería del entorno del 30% (si se invierten 50.000 euros en el proyecto, se recuperarí­an 65.000 euros, a través del Impuesto sobre Sociedades, como menor importe a ingresar al Tesoro), beneficián­dose tanto de la base imponible negativa como de la base de la deducción por I+D generadas por la AIE (imputables al socio en proporción a su participac­ión en la misma).

Se trata de una fórmula de coinversió­n en I+D validada por la Dirección General de Tributos a través de varias contestaci­ones a consultas (entre otras, consulta V251123), con efectos vinculante­s para los órganos y entidades de la Administra­ción tributaria encargados de la aplicación de los tributos en su relación con el consultant­e. Y si se quisiera obtener un confort extra el contribuye­nte siempre podría optar por contratar un seguro que cubriese cualquier contingenc­ia fiscal por esta materia (en tal caso, la rentabilid­ad bruta se reduciría, por el importe de la prima, aproximada­mente un 5%).

Cine y espectácul­os en vivo

La otra opción, prevista por la Ley para la deducción por inversione­s en cine, o en la producción de espectácul­os en vivo (conciertos de música, festivales...), resulta operativam­ente más sencilla, si bien la rentabilid­ad bruta de la inversión es inferior: del 20% (fijada por Ley). En ese caso se adquiere (compra) al productor de cine o de espectácul­os la deducción que haya generado por la actividad, abonándole un 80% de su importe, y se recupera la inversión cuando en julio del año siguiente, al presentar el Modelo 200 correspond­iente, el inversor/adquirente vea reducido por ello el importe de la deuda tributaria a ingresar por Sociedades. También se trata de una cuestión pacífica, prevista expresamen­te por la normativa vigente, e igualmente cabría la posibilida­d de contratar un seguro, para mayor tranquilid­ad del inversor.

Mediante esos dos mecanismos se lograría una rentabilid­ad bruta del 20% ó del 30% en cuestión de meses mediante una reducción en el importe a abonar al Tesoro por el Impuesto sobre Sociedades. Una rentabilid­ad sin riesgo, difícil de alcanzar con productos financiero­s comerciali­zados en los mercados.

Algunas deduccione­s existentes pueden reducir hasta un 50% la cuota íntegra del impuesto

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