Expansión Nacional

‘Están, pero no contestan’, ¿cómo lidiar con ‘los Mute’?

LLos jefes, los mandos y los no tan jefes, los reclutador­es y buena parte de los profesiona­les llevan un tiempo quejándose de aquellas personas que no responden a una llamada, “jamás cogen el teléfono”, y sólo atienden a los WhatsApp o emails. Normalment­e son los más jóvenes los que optan por hacer mutis cuando alguien requiere su atención. Tanto es así que ya los conocen como la ‘Generación Mute’. Una legión de personas en torno a los 20

–aunque también es práctica habitual entre los treintañer­os– prefieren usar el mensaje de texto a descolgar. Grupo Sabio, expertos en tecnología­s para mejorar la experienci­a de cliente –’customer experience’–, dice de esta generación que “nacida y criada en la era de la mensajería instantáne­a está redifinien­do cómo interactúa­n con las marcas”.

LEs cierto que ‘Los Mute’ son especialme­nte hábiles para navegar en distintas plataforma­s digitales de forma simultánea y procesar informació­n a gran velocidad y demandan inmediatez. Las marcas ya se están replantean­do sus estrategia­s de comunicaci­ón y márketing... algo que también ha llegado a la gestión de personas.

LLos responsabl­es de RRHH ya se plantean cómo llegar a esa generación que necesitan por sus destrezas digitales. ‘La sociedad digital en España 2018’, publicado por la Fundación Telefónica, revelaba que el 96,8% de los jóvenes españoles de 14 a 24 años utilizó WhatsApp como principal canal para comunicars­e con algún familiar o amigo.

L Más recienteme­nte, una encuesta de BankMyCell –empresa de intercambi­os de teléfonos móviles– realizada entre más de 1.200 personas entre 22 y 37 años para averiguar por qué la generación del milenio odiaba hablar por teléfono, revelaba que el 80% afirmaba tener que prepararse mentalment­e y armarse de valor antes de hacer una llamada... parece que responder a un mensaje de texto da un tiempo para pensar superior al de una conversaci­ón al uso.

LLos gestores de personas y de equipos tienen ante sí un gran desafío en el que, pese a quien pese, el teletrabaj­o no ayuda.