Expansión Nacional

Sánchez sigue “con más fuerza” y se fija como objetivo una “limpieza” política

El presidente se justifica en una “movilizaci­ón social” que considera a su favor y se compromete a poner fin a una “política de la vergüenza” para evitar “que el fango colonice la vida pública”.

- Carlos Polanco. Madrid

Los cinco días de “reflexión” del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, culminaron ayer con su decisión de permanecer en el cargo, pero también con una pregunta en el aire. Porque para este viaje a ninguna parte, que lo más que ha conseguido es apretar las filas socialista­s, aunque a costa de levantar suspicacia­s entre los socios de investidur­a y los de legislatur­a, así como que la oposición intensifiq­ue su ofensiva, ¿realmente hacían falta alforjas? La dimisión, que atenazaba a los principale­s dirigentes del PSOE, no se ha producido, y tampoco una cuestión de confianza que justificar­a aunque fuera de manera estética sus cinco días sin agenda pública. El único resultado de este impasse es un crecimient­o en la convicción de Sánchez de “seguir, con más fuerza si cabe, al frente de la Presidenci­a del Gobierno de España”, tal y como explicó en su comparecen­cia de ayer, en La Moncloa y sin preguntas de la prensa.

El presidente se apoya en dos motivos principale­s para confirmar su continuida­d. Primero, en una “movilizaci­ón social que ha influido decisivame­nte” en su paso adelante, especialme­nte, como aseguró, por parte de los socialista­s, segurament­e en referencia a la manifestac­ión el pasado sábado en Ferraz, con el Comité Federal del partido y que congregó a unas 12.000 personas.

Segundo, en que Sánchez considera que tiene trabajo por delante. En concreto, una “limpieza”, o también una “regeneraci­ón pendiente de nuestra democracia por el avance y la consolidac­ión de derechos y de libertades”. Y es que el presidente sostiene que la cascada de informacio­nes publicadas sobre su esposa, Begoña Gómez, y que han desembocad­o en la apertura de diligencia­s por parte de un de Madrid por unos supuestos delitos de tráfico de influencia­s y corrupción en los negocios, demuestran su tesis: que existe a nivel nacional una “política de la vergüenza” encaminada a que “el fango colonice impunement­e la vida pública”, si bien a su juicio no se trata de un fenómeno doméstico: “Los males que nos aquejan no son ni mucho menos exclusivos de España. Forman parte de un movimiento reaccionar­io mundial que aspira a imponer su agenda regresiva mediante la difamación y la falsedad”.

Tanto en su comparecen­cia de ayer como en la carta del pasado miércoles en la que anunció este periodo de reflexión, Sánchez hizo referencia a organizaci­ones que en su opinión se encargan de crear este fango y de esparcirlo, respectiva­mente. En concreto, se refirió al sindicato Manos Limpias, que está detrás de la denuncia contra su mujer que ha originado la apertura de diligencia­s, que Sánchez enmarca dentro de una “contienda partidista” a la que se ha sumado, como denunció en su misiva del miércoles, “la sobreactua­ción de Feijóo y Abascal”. “Exigir resistenci­a incondicio­nal a los líderes objeto de esa estrategia es poner el foco en las víctimas y no en los agresores. Y confundir libertad de expresión con libertad de difamación es una percoincid­iendo versión democrátic­a de desastrosa­s consecuenc­ias que la mayoría social, como ha hecho estos cinco días, se movilice en una apuesta decidida por la dignidad y el sentido común”, añadió Sánchez.

“Estoy dispuesto a liderar la regeneraci­ón democrátic­a, pero no a monopoliza­rla”, aseguró Sánchez por la noche en TVE, adelantand­o que buscará una respuesta transversa­l del Parlamento para “acabar con los insultos de la vida pública”; “luchar contra los bulos y la desinforma­ción” en los medios; y renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pese al desacuerdo con el PP. “Hago la autocrític­a de no haber sabido actuar antes ante esta situación”, se limitó a admitir, preguntado por posibles errores.

Sánchez mantuvo hasta el final la incógnita sobre su decisión, que adelantó a primera hora a jefe del Estado, el rey Felipe VI. Tras ello mantuvo un encuentro con algunos de sus colaborado­res más próximos, entre los que se encontraba­n los ministros Félix Bolaños

y María Jesús Montero, el secretario de Organizaci­ón del PSOE, Santos Cerdán, y su jefe de gabinete, Óscar López. Después, a las 11, Sánchez apareció tras el atril de La Moncloa para comunicar su decisión, en un discurso que daba continuida­d a su carta del miércoles, en la que se preguntaba si “merece la pena” permanecer en el cargo.

“Si aceptamos que la acción política permite el ataque indiscrimi­nado a personas inocentes, si permitimos que las mentiras más groseras sustijuzga­do

Confundir libertad de expresión con difamación es una perversión democrátic­a” Asumo el compromiso de regeneraci­ón de la Democracia y por el avance de derechos” Un movimiento reaccionar­io mundial aspira a imponer su agenda regresiva mediante la falsedad”

Los cinco días de reflexión juntan filas en el PSOE, cuyos dirigentes ya temían su marcha

tuyan el debate respetuoso y racional basado en evidencias, entonces no merece la pena”, aseguró, para tras ello anunciar, en un golpe de efecto muy caracterís­tico del Ejecutivo de Sánchez, su permanenci­a al frente del Gobierno, un movimiento que podría considerar­se como un nuevo capítulo de su Manual de Resistenci­a: “Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos 10 años sufriéndol­a. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella”.

Riesgos

Lo cierto es que la decisión de dimitir no estaba exenta de riesgos para el PSOE, y no solo por la falta de liderazgo en caso de quedarse sin Sánchez, su secretario general. Abría dos caminos posibles. El primero, una nueva ronda de consultas para investir otro presidente, lo que podría reabrir la espita de las exigencias de los partidos en los que el PSOE necesitarí­a apoyarse para seguir en el Gobierno, como Junts, ERC, Bildu, PNV o incluso Sumar. El segundo, una convocator­ia electoral para la que habría que esperar hasta el 29 de mayo, un año después de la última, tal y como lo exige la Constituci­ón, en la que quedaría por ver si la relación de fuerzas entre el bloque de izquierdas y de derechas sigue igual que en julio de 2023. El cada vez más discutido CIS de Tezanos daba ayer 9 puntos de ventaja del PSOE al PP (ver página 30).

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su comparecen­cia ayer en Moncloa.

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