La Fed se mantiene cauta
La inflación en Estados Unidos sigue siendo preocupante
La Reserva Federal ha mantenido la restricción de su política monetaria, como viene haciendo desde hace meses. Tras no reaccionar hasta principios de 2022 –aunque muy por delante del Banco Central Europeo–, la Fed intensificó su política monetaria restrictiva tras corroborar que la inflación no iba a ser un fenómeno ni transitorio ni corto. Tras las primeras subidas de tipos, endureció su restricción con tres subidas de 75 puntos básicos, que tenían una intensidad no recordada desde los años 1990, para pasar después a subidas de 50 puntos básicos y terminar con subidas de 25 puntos básicos para, posteriormente, mantener en ese nivel el precio del dinero, que corroboró ayer, situado en la horquilla entre el 5,25% y el 5,50%, el nivel más alto desde hace más de veinte años.
Aunque la inflación ha mitigado su incremento, no termina de ceder hacia el objetivo de precios y la economía no acaba de enfriarse. Tal como advirtió hace semanas su presidente, Jerome Powell, la Fed no va a cesar en su lucha contra la inflación, pese a que en el mercado se especulaba con un cambio de política monetaria.
La inflación en Estados Unidos sigue siendo preocupante, por mucho que se mitigue por efecto estadístico en los datos interanuales, que ni siquiera fue suficiente en febrero, donde se aceleró su crecimiento interanual hasta el 3,2%, una décima más que en enero y un 0,4% de subida intermensual, con dudas sobre si no se mantendrá con resistencia a la baja en el 3%. Aunque la Fed tiene como objetivo principal estimular el crecimiento económico, no puede permitir que se descontrolen los precios por el problema que supondría especialmente a medio y largo plazo, con pérdida de competitividad de su industria en los mercados y empobrecimiento generalizado de la población, máxime en un contexto económico adverso. De hecho, lucha contra la inflación para poder sostener un crecimiento estructural sano en el medio y largo plazo.
No cejar ahora en su política monetaria está motivado por el largo retardo interno que existió a la hora de tomar la decisión de subir los tipos de interés, que fue importante, aunque mucho menor que el del BCE. A su vez, el mayor retardo interno ha podido provocar que el retardo externo sea mayor, al haberse enroscado la inflación más profundamente y tardar más, así, en hacer efecto la nueva política monetaria que, por ello, tiene que ser más intensa y sin posibilidad de pausa.
Máxime incertidumbre
Por eso, las medidas de política monetaria tienen que ser ahora mucho más drásticas en unos momentos de máxime incertidumbre económica y ralentización de la recuperación, en medio de dos guerras que contribuyen a incrementar la tensión en los precios, si bien es cierto que más en Europa que en Estados Unidos. Esto supone un encarecimiento de la financiación de las empresas y de los particulares.
Es cierto que la política monetaria restrictiva hace disminuir la actividad económica, pero más caerá si no se actúa con firmeza y determinación para atajar la inflación y se relaja antes de tiempo, hecho que provocaría un mal mucho mayor al de la restricción monetaria. Es más, cuanto más creíble resulte la política monetaria, mayor probabilidad habrá de que los agentes económicos anticipen futuras expectativas positivas derivadas de una correcta aplicación de la política económica, y antes se recuperará el ritmo de crecimiento en un entorno de menores precios.
A ambos bancos centrales les habría gustado empezar a bajar tipos ya, sin duda, pero sus errores del pasado les hacen exyremar la prudencia, pues cualquier paso en falso por acelerar una decisión que todavía no parece apropiada puede causar un agravamiento estructural de los problemas de la economía y hacer que toda la restricción monetaria aplicada hasta ahora haya sido en vano.
La decisión de la Fed de mantener la restricción en política monetaria es imprescindible si no queremos que la inflación se apodere completamente de la economía, cosa en la que también debe perseverar el BCE y no caer en la tentación de rebajar su lucha contra el alza de precios.