La emigración española: ¿oportunidad o fuga de cerebros?
Quizás uno de los artículos menos conocidos de nuestra Constitución Española es el 42. He aquí su redacción literal: “El Estado velará especialmente por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles en el extranjero y orientará su política hacia su retorno”.
Como se sabe, la actual Constitución se aprobó en un contexto en el que muchos ciudadanos de nuestro país habían cruzado las fronteras, a lo largo del siglo XX. Bien por motivos ideológicos, al final de la Guerra Civil. Bien por razones económicas, para asegurar el sustento de su familia o para encontrar mejores oportunidades profesionales. En cualquier caso, el artículo 42 parecía desfasado, propio de otra época… Hasta que puede volver a estar de plena actualidad.
Ayer el INE publicó la Estadística del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero que mantiene la tendencia de los últimos años: crece el número de compatriotas que vive en otros países. El 1 de enero de este año, casi 3 millones de españoles (2.908.649) tenían su residencia fuera de España. Un aumento del 4,2% respecto al año anterior (118.332 personas más). Se trata de personas que se inscriben como residentes en el Registro de Matrícula de la Oficina Consular del país correspondiente. A este número habría que sumar muchos otros españoles que también se van de España, en busca de trabajo, pero que no se inscriben en los consulados. Y que, por tanto, su cambio de residencia no ha sido comunicado al INE por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.
Ventajas de la emigración
Esta emigración es, en parte, población desempleada o que busca mejores oportunidades, en edades comprendidas entre 20 y 49 años. Esto puede tener efectos positivos sobre la economía española por varios motivos:
1. Está siendo una válvula de escape que permite disminuir las tensiones sociales y evita que la tasa de desempleo se sitúe en niveles todavía mayores.
2. Ahorra gastos sociales como pueden ser los subsidios y las prestaciones por desempleo. Y, por tanto, ayuda a reducir el gasto público.
3. Evita que se deterioren más las condiciones laborales y salariales
4. Es probable que la experiencia de estos emigrantes, trabajando en el extranjero, contribuya a mejorar su formación. Y que, dentro de unos años, vuelvan con una mayor dotación de capital humano.
5. Los trabajadores españoles en el extranjero están enviando a sus familias en España parte de lo que ganan por su trabajo, en forma de remesas, cada vez de mayor cuantía.
Por tanto, se trataría de una oportunidad. Ahora bien, podemos estar, también, ante una fuga de cerebros. Porque no importa sólo cuántos se van, sino quiénes se van. Es decir, un enfoque cualitativo.
Retener y atraer el capital humano
La Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior (Raicex) calcula que, aproximadamente, 40.000 investigadores, con nacionalidad española, trabajan en el exterior. Esto puede revelar varios problemas de calado. Primero, falta de proyectos públicos o privados de investigación. Segundo, baja inversión en ciencia y tecnología. Tercero, precariedad laboral. Y, finalmente, salarios poco competitivos. Un panorama desalentador al que el Gobierno de España debe dar una respuesta.
¿Qué se puede hacer para retener a los trabajadores españoles de alta cualificación o atraer a los que están fuera? Pues aplicar políticas económicas que fomenten más la productividad a través de la apuesta por la Formación Profesional, la excelencia educativa y la I+D+i. También impulsando programas de formación doctoral y posdoctoral de alta calidad o favorecer los intercambios con centros de investigación internacionales. Por otro lado, habría que seguir algunas directrices de la Comisión Europea, como la formación de los trabajadores en tecnologías digitales, y la descarbonización de la economía. Con estas reformas, se crearía empleo de calidad, con salarios dignos, que daría un mayor nivel de bienestar a la población.
En conclusión, tal como hemos señalado el aumento de la inmigración tiene algunos aspectos positivos, desde el punto de vista económico. Ahora bien, puede suponer, asimismo, una fuga de cerebros, que lleve a que profesionales de alto impacto, formados en España, sean “rentabilizados”, aportando su valor añadido en otros países. De ahí que haya que poner todos los medios para retener y atraer investigadores y tecnólogos que aumenten la plantilla científica e innovadora española. Las naciones más prósperas “importan” trabajadores de alta cualificación, no los “exportan”. Por ejemplo, Estados Unidos, atrajo a muchos científicos europeos en el siglo XX, como el físico alemán Albert Einstein. Por tanto, los que nos gobiernan deben crear las condiciones que permitan cumplir el mandato constitucional: favorecer el retorno de los trabajadores españoles en el extranjero.
Estiman que 40.000 investigadores con nacionalidad española trabajan en el exterior