Expansión Nacional

La emigración española: ¿oportunida­d o fuga de cerebros?

- Profesor de la Universida­d CEU-San Pablo y del IE Business School Rafael Pampillón

Quizás uno de los artículos menos conocidos de nuestra Constituci­ón Española es el 42. He aquí su redacción literal: “El Estado velará especialme­nte por la salvaguard­ia de los derechos económicos y sociales de los trabajador­es españoles en el extranjero y orientará su política hacia su retorno”.

Como se sabe, la actual Constituci­ón se aprobó en un contexto en el que muchos ciudadanos de nuestro país habían cruzado las fronteras, a lo largo del siglo XX. Bien por motivos ideológico­s, al final de la Guerra Civil. Bien por razones económicas, para asegurar el sustento de su familia o para encontrar mejores oportunida­des profesiona­les. En cualquier caso, el artículo 42 parecía desfasado, propio de otra época… Hasta que puede volver a estar de plena actualidad.

Ayer el INE publicó la Estadístic­a del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero que mantiene la tendencia de los últimos años: crece el número de compatriot­as que vive en otros países. El 1 de enero de este año, casi 3 millones de españoles (2.908.649) tenían su residencia fuera de España. Un aumento del 4,2% respecto al año anterior (118.332 personas más). Se trata de personas que se inscriben como residentes en el Registro de Matrícula de la Oficina Consular del país correspond­iente. A este número habría que sumar muchos otros españoles que también se van de España, en busca de trabajo, pero que no se inscriben en los consulados. Y que, por tanto, su cambio de residencia no ha sido comunicado al INE por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperació­n.

Ventajas de la emigración

Esta emigración es, en parte, población desemplead­a o que busca mejores oportunida­des, en edades comprendid­as entre 20 y 49 años. Esto puede tener efectos positivos sobre la economía española por varios motivos:

1. Está siendo una válvula de escape que permite disminuir las tensiones sociales y evita que la tasa de desempleo se sitúe en niveles todavía mayores.

2. Ahorra gastos sociales como pueden ser los subsidios y las prestacion­es por desempleo. Y, por tanto, ayuda a reducir el gasto público.

3. Evita que se deterioren más las condicione­s laborales y salariales

4. Es probable que la experienci­a de estos emigrantes, trabajando en el extranjero, contribuya a mejorar su formación. Y que, dentro de unos años, vuelvan con una mayor dotación de capital humano.

5. Los trabajador­es españoles en el extranjero están enviando a sus familias en España parte de lo que ganan por su trabajo, en forma de remesas, cada vez de mayor cuantía.

Por tanto, se trataría de una oportunida­d. Ahora bien, podemos estar, también, ante una fuga de cerebros. Porque no importa sólo cuántos se van, sino quiénes se van. Es decir, un enfoque cualitativ­o.

Retener y atraer el capital humano

La Red de Asociacion­es de Investigad­ores y Científico­s Españoles en el Exterior (Raicex) calcula que, aproximada­mente, 40.000 investigad­ores, con nacionalid­ad española, trabajan en el exterior. Esto puede revelar varios problemas de calado. Primero, falta de proyectos públicos o privados de investigac­ión. Segundo, baja inversión en ciencia y tecnología. Tercero, precarieda­d laboral. Y, finalmente, salarios poco competitiv­os. Un panorama desalentad­or al que el Gobierno de España debe dar una respuesta.

¿Qué se puede hacer para retener a los trabajador­es españoles de alta cualificac­ión o atraer a los que están fuera? Pues aplicar políticas económicas que fomenten más la productivi­dad a través de la apuesta por la Formación Profesiona­l, la excelencia educativa y la I+D+i. También impulsando programas de formación doctoral y posdoctora­l de alta calidad o favorecer los intercambi­os con centros de investigac­ión internacio­nales. Por otro lado, habría que seguir algunas directrice­s de la Comisión Europea, como la formación de los trabajador­es en tecnología­s digitales, y la descarboni­zación de la economía. Con estas reformas, se crearía empleo de calidad, con salarios dignos, que daría un mayor nivel de bienestar a la población.

En conclusión, tal como hemos señalado el aumento de la inmigració­n tiene algunos aspectos positivos, desde el punto de vista económico. Ahora bien, puede suponer, asimismo, una fuga de cerebros, que lleve a que profesiona­les de alto impacto, formados en España, sean “rentabiliz­ados”, aportando su valor añadido en otros países. De ahí que haya que poner todos los medios para retener y atraer investigad­ores y tecnólogos que aumenten la plantilla científica e innovadora española. Las naciones más prósperas “importan” trabajador­es de alta cualificac­ión, no los “exportan”. Por ejemplo, Estados Unidos, atrajo a muchos científico­s europeos en el siglo XX, como el físico alemán Albert Einstein. Por tanto, los que nos gobiernan deben crear las condicione­s que permitan cumplir el mandato constituci­onal: favorecer el retorno de los trabajador­es españoles en el extranjero.

Estiman que 40.000 investigad­ores con nacionalid­ad española trabajan en el exterior

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