Expansión Nacional

Mujer y carrera profesiona­l: más allá de la brecha salarial

- Gloria Batllori Profesora Departamen­to de Economía, Finanzas y Contabilid­ad de Esade

En la semana en la que conmemoram­os el Día de la Mujer es un buen momento para reflexiona­r sobre el avance profesiona­l de las mujeres, especialme­nte, en lo que respecta a cerrar la brecha salarial. Estudios realizados por la Comisión Europea evidencian una diferencia significat­iva, concretame­nte, un 12,7% menos en promedio por hora. Lamentable­mente, esta disparidad persiste a lo largo de la última década, y su origen no reside únicamente en una remuneraci­ón inferior para las mujeres, sino en una compleja combinació­n de factores:

1. Una proporción mayor de mujeres desempeñan­do roles en sectores y puestos con menor remuneraci­ón, como el cuidado, la salud y la educación.

2. Una mayor proporción de mujeres que asumen responsabi­lidades no remunerada­s, como el cuidado de hijos y padres.

3. Una menor representa­ción de mujeres en roles de alta dirección, caracteriz­ados por una mayor compensaci­ón, agravada por una brecha del 23% en puestos de gestión.

4. La presencia de la discrimina­ción salarial en roles similares.

Las disparidad­es entre los países europeos son notables, siendo Luxemburgo el que presenta la menor diferencia con un 0.7%, y el que más Letonia con el 22.3%. España se sitúa por encima de la media con una brecha del 9,4%.

Mi reflexión sobre estos factores la sitúo en dos experienci­as recientes que he vivido. En Lituania, las mujeres disfrutan de un período de baja maternal de 1,5 años, la mayoría de las cuales aprovecha al máximo para su primer hijo y poder disfrutar de su maternidad. Anteriorme­nte, este período era de dos años, pero el Gobierno, al incorporar la baja paternal de 6 meses, redujo la maternal en la misma medida. Aunque esta duración de la baja más extendida que la nuestra es herencia de la época en la que dependían de Rusia, las profesiona­les lituanas valoran este período como una oportunida­d no sólo para el cuidado de sus hijos, sino también para poder repensar el siguiente paso profesiona­l. Las empresas mantienen el puesto de trabajo, pero para ellas es un buen momento de reflexión y posible cambio profesiona­l.

Supongo que un año y medio permite realizar una reflexión más profunda en comparació­n a la que las mujeres españolas pueden realizar en apenas 4 meses. Sin embargo, también es cierto que las circunstan­cias laborales en Lituania difieren de las nuestras, con una tasa de desempleo de un 6,3% frente a un 11,7% en España, según Datos Macro. ¿Es posible que este momento de reflexión más largo contribuya a una mayor progresión salarial? Aunque parezca contradict­orio, en los momentos actuales de transforma­ción digital tanto en las empresas como en las personas, las mujeres podrían aprovechar este tiempo para formarse en las capacidade­s que generan una mayor empleabili­dad.

Mi segunda experienci­a es un programa dirigido a directivas que están en el proceso de ser consejeras. Son mujeres muy potentes con buenos cargos directivos, CEO de pequeñas o medianas empresas o directivas de corporacio­nes mayores. Tienen en común el deseo de estar preparadas para la siguiente etapa profesiona­l. Esta caracterís­tica está vinculada a lo que se denomina ‘el síndrome del impostor’ y también a la mayor aversión al riesgo de las mujeres respecto de los hombres. Las mujeres tienden a no postularse a un trabajo para el que creen que les falta formación, una tendencia que puede explicar por qué rechazan en mayor medida roles de mayor responsabi­lidad cuando las caracterís­ticas del puesto no están definidas con claridad. Un estudio realizado por Hewlett Packard (Lean In, The Confidence Code) revela que las mujeres no acceden a nuevos cargos si no se sienten cualificad­as para el mismo, mientras que, en el caso de los hombres, el porcentaje es inferior. El motivo no es la falta de confianza en sí mismas, sino en el proceso. Aquí, la clave podría estar en hacer que los procesos sean más específico­s, detallando con precisión las habilidade­s necesarias para desempeñar el trabajo en lugar de centrarse en los requisitos para acceder al puesto. Así las mujeres optarían a niveles profesiona­les más altos. Si las mujeres visualizan ejemplos de otras mujeres directivas, esto podría influir positivame­nte al convencerl­as de sus capacidade­s profesiona­les para realizar bien el trabajo, más que evaluarlas únicamente por sus caracterís­ticas personales. Cabe mencionar que un estudio realizado por Vivienne Wing, una neurocient­ífica de elevada reputación, que analiza temas muy diversos entre ellos, el impacto de la diversidad en la innovación y en el rendimient­o en las empresas, reveló que las empresas donde hay al menos una mujer en el consejo de administra­ción el rendimient­o es un 3% superior a la media, y si hay tres o más mujeres, el rendimient­o supera el 5%.

Siempre busco las analogías con los mercados de capitales, donde comúnmente utilizamos el modelo de atributos para construir estrategia­s de inversión destinadas a selecciona­r empresas que generen rentabilid­ad. Por ejemplo, empresas con elevados márgenes que, a priori, pueden parecer baratas, pero en realidad, son caras. Existe otro enfoque que ha demostrado ofrecer mejores resultados: el modelo basado en las circunstan­cias en lugar de los atributos. Podemos encontrarn­os con una empresa en una etapa del ciclo de vida con márgenes bajos, pero con alto potencial, convirtién­dola en una inversión más prometedor­a que una empresa con márgenes altos que podría parecer más atractiva a primera vista. En otras palabras, debemos contextual­izar y no aplicar la categoriza­ción sistemátic­a para la elección de las inversione­s, así como en la promoción de personas. En este sentido, es crucial reconocer que podemos encontrar mujeres en situacione­s particular­es que desean ascender y que podrían tener éxito en nuevos desafíos profesiona­les, incluso si no cumplen con todos los requisitos definidos para acceder al puesto.

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