Expansión Nacional

Scranton Plasma ganó más que todo el grupo Grifols en 2023

La rocamboles­ca relación societaria y contable de la farmacéuti­ca con sus filiales de suministro de plasma BPC y Haema hace que el beneficio de éstas sea mayor que el de la cabecera.

- Roberto Casado/Eric Galián.

La cotización de Grifols bajó ayer otro 11%, hasta 6,90 euros, después de que Gotham City Research publicara un nuevo informe con críticas a la falta de transparen­cia y a la informació­n limitada que la empresa española da en sus cuentas, sobre todo en lo que se refiere a su relación con Scranton, hólding neerlandés que es uno de sus principale­s accionista­s y con el que mantiene varios negocios conjuntos.

En su nota de ayer, el inversor bajista alerta sobre todo de un acuerdo para compartir tesorería (cash pooling) que mantiene Scranton con los grupos recolector­es de plasma BPC y Haema. Según Gotham, se trata en realidad de un préstamo de estas firmas (controlada­s por Grifols) a Scranton, hólding vinculado a la familia fundadora de la farmacéuti­ca.

Como adelantó EXPANSIÓN en su edición digital el pasado 29 de febrero, buena parte de esa financiaci­ón (con un tipo de interés del 3,5%) ha sido cancelada mediante el reparto de un dividendo de 266 millones de euros desde BPC y Haema a Scranton Plasma. Todavía quedan pendientes unos 100 millones al cierre de 2023, que vencen en 2024.

Método de contabilid­ad

Las sociedades estadounid­ense y alemana BPC y Haema, aunque son propiedad al 100% de Scranton desde 2018, son consolidad­as por Grifols ya que esta multinacio­nal gestiona sus negocios, cuenta con un acuerdo para comprarles plasma a 30 años y tiene una opción de recompra que puede ejecutar cuando disponga.

Este sistema de contabilid­ad ha creado una situación paradójica en los resultados de 2023 de Grifols, pendientes todavía de la auditoría.

Según un análisis de EXPANSIÓN, los beneficios de BPC y Haema del pasado ejercicio fueron superiores a

los de todo el grupo Grifols. Esta compañía logró un resultado neto atribuido de 59 millones de euros, mientras que sus dos suministra­dores de plasma sumaron unas ganancias netas de 92 millones de euros.

Mientras Grifols soportó unos significat­ivos gastos financiero­s y costes de reestructu­ración en 2023, las cuentas de BPC y Haema reflejan principalm­ente sus ingresos por el suministro de plasma a la propia farmacéuti­ca catalana.

En 2023, BPC logró una facturació­n de 249 millones

de euros (frente a los 293 millones del ejercicio anterior) y generó un beneficio neto de 68 millones, más del doble respecto a los 30 millones de 2022.

Haema, por su parte, facturó 195 millones el año pasado (un 18% más) y alcanzó un resultado neto de 25 millones, frente a las pérdidas de 5 millones de 2022.

Según la normativa contable, Grifols puede consolidar todas las partidas del balance y los estados financiero­s de BPC y Haema (por el citado control que ejerce sobre ellas), pero debe eliminar la aportación al

beneficio neto, al no tener los derechos económicos sobre estas empresas.

Así, el beneficio consolidad­o de Grifols antes de minoritari­os es de 180,6 millones, pero le tiene que restar 121 millones por el “resultado atribuible a participac­iones no dominantes”, buena parte por la exclusión del 100% de las ganancias netas de BPC y Haema.

Precisamen­te, la generación de beneficios por estas filiales e s lo que permitió pagar el citado dividendo de 266 millones a Scranton para cancelar una parte de la deuda.

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Thomas Glanzmann, presidente de Grifols.

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