Popular ganó la puja por Pastor, lo que a la larga supuso un lastre más para el banco presidido por Ron
de los problemas por los que atravesaba, podía sobrevivir.
Unicaja, BBVA y Santander
Unicaja, en tiempos de Braulio Medel como presidente, también se acercó a Popular con la intención de llevar a cabo una operación corporativa. Volvía ser lo mismo: si se alcanzaba un acuerdo, el control accionarial estaría en manos de Unicaja ya que en el canje se convertiría, de lejos, en el primer accionista de la resultante y eso era algo que no se quería aceptar. Aunque las conversaciones avanzaron, el hecho de que Popular lanzara, en junio de 2016, su tercera ampliación de capital en apenas dos años, hizo desistir a Unicaja, que entendió que la situación de Popular era más delicada de lo que habían visto.
Ron realizó, antes de ser sustituido a finales de 2016, un intento de venta.
Santander y BBVA analizaron las cuentas que les enseñaron y acabaron presentando oferta.
La de Santander, que se cifraba en una banda de precios muy abierta, en función de lo que se pudiera descubrir más adelante, no fue considerada. BBVA, que entonces sí quería fusionarse con otros bancos, llegó a valorar Popular en 6.400 millones de euros, calculando que obtendría unos ahorros de costes de más de 4.000 millones, aumentaría su cuota de mercado especialmente en pymes, y tendría unos créditos fiscales superiores a los 5.000 millones. Popular la rechazó.
No es posible saber qué habría pasado si los responsables de Popular hubieran aceptado cualquiera de todas estas ofertas que fue rechazando una tras otra. Pero lo cierto es que el final habría sido distinto al que fue.
El deterioro de la entidad fue creciendo y la retirada de depósitos aumentó hasta hacer imposible la apertura de las oficinas por no tener liquidez para hacer frente a los reembolsos. El banco fue resuelto y Santander se comprometió a facilitar esa liquidez y se hizo con Popular por un euro.
Accionistas y bonistas perdieron toda su inversión en ese tramo final.