Expansión Nacional

Las verdes virtudes de Warren

- Carlos Rodríguez Braun

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, también es capaz de realizar todas las piruetas necesarias para engañar al respetable. Dos muestras fueron su resumen de la Ley de Amnistía como una forma de “hacer de la necesidad virtud”, y esta declaració­n en la Cumbre del Clima de Dubái: “Tenemos que trabajar en una nueva fiscalidad internacio­nal que se rija por el principio de que quien contamina paga”.

El DRAE recoge la expresión sobre hacer de la necesidad virtud, y la explica así: “Tolerar con ánimo constante y conforme lo que no se puede evitar”. El profesor León Gómez Rivas, catedrátic­o de la Universida­d Europea de Madrid, subrayó en el Centro Diego de Covarrubia­s la confusión de Warren: “considerar lo evitable como inevitable”, y añadió lo obvio: “Claro que no es necesario aprobar esa Ley de Amnistía”.

Warren Sánchez, por tanto, no es virtuoso, porque dicha ley no obedece a otra necesidad que la de permanecer en el cargo. Si de verdad hubiera sido necesaria, los socialista­s la habrían incorporad­o a su programa electoral, en vez de rechazarla de modo tajante hasta el día de las elecciones. La mentira es tan clamorosa que Warren y su banda la intentan recubrir con la excusa de que su continuida­d en Moncloa es imprescind­ible, porque ellos son el progreso, mientras que la derecha es tan horripilan­te que cualquier cosa está justificad­a para impedir que llegue a gobernar.

Monopolio del clima

Dentro del catálogo de bondades de la izquierda figura el abnegado monopolio del clima. Y de ahí –verde que te quiero Warren– lo de la “nueva fiscalidad” y lo de “quien contamina paga”. Esto es curioso, porque lo que pregona Warren para el mundo es lo mismo que se niega a practicar aquí abiertamen­te. Hace varios años ya que su Gobierno propuso a la UE el peaje en las autovías según ese principio, que después negó, alegando que era un bulo, cuando se había comprometi­do a aplicarlo a partir de 2024. Se desdijo por cuestiones puramente electorale­s. Porque aquí lo que sucede es que el bonito principio de que quien contamina paga significa que al final la que paga siempre es usted, señora.

Eso sucede en todos los casos, sea que se trate de penalizar a los residuos, los plásticos, el carbono, el diésel, los coches, y lo que a usted se le ocurra, y lo que no se le ocurra. Y como resulta que igual usted se enfada, y va y no vota por Warren y sus secuaces, ellos van a procurar que usted siga pagando, pero sin que resulte muy evidente que la culpa es de Warren y compañía. Por ejemplo, con eso tan estupendo de “una nueva fiscalidad internacio­nal”.

Lo que pregona para el mundo es lo mismo que se niega a practicar aquí abiertamen­te

El bonito principio de que quien contamina paga significa que al final paga siempre usted

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